Las condiciones históricas en las que se desarrolló el país generaron una sociedad inequitativa en la que pocos tienen mucho y una gran mayoría debe conformarse con muy poco. No en vano, Ecuador se ubica geográficamente en la considerada región más desigual del planeta.
Una parte de los problemas derivados de esta situación es el alto nivel combinado de desempleo, trabajo por cuenta propia e informal que desarrollan los ecuatorianos para obtener dinero. Esto conlleva a que al final de su período productivo, buena parte de las personas no cuenten con una pensión ni servicios de salud por parte del sistema de seguridad social del país.
A ello se añade, en muchos casos, el quemeimportismo de hijos y familiares por la suerte de miles de ancianos pobres, quienes se ven obligados a continuar trabajando e incluso a mendigar para subsistir en sus últimos años.
El actual Gobierno decidió, desde su inicio hace tres años, intervenir y cambiar esta difícil realidad. Y para ello implementó como parte del programa integral Toda una Vida, que cuida al ciudadano desde que ve la luz hasta que sus ojos se cierran, la misión Mis Mejores Años” Esta se ocupa, específicamente, de atender las necesidades de los adultos mayores.
Y desde mayo de 2017 existen resultados. De acuerdo con cifras oficiales, hasta enero de este año 280.000 adultos mayores que viven en condiciones adversas han recibido una pensión $ 100 mensuales, y otros 82.000, $ 50. Un total de 362.000 usuarios acceden a estas facilidades económicas.
Asimismo, la misión ofrece diagnósticos socioeconómico y sociosanitario; vigilancia domiciliaria, ambulatoria o residencial, entre otros servicios. En este rubro, hasta 2019, el Gobierno Nacional ha favorecido a 97.000 adultos mayores. Para 2020 se prevé ampliar los beneficiarios a 124.000. Mientras que, para 2021, con una inversión de $ 315 millones, se llegará a los 188.000 usuarios directos y 564.000 indirectos. Una forma de pagar, al menos en parte, la deuda del país con los viejecitos. (O)