Es verdad que durante el gobierno que dirigió al país de manera autoritaria durante una década fueron restringidas algunas libertades, entre ellas la de información, que es un derecho consagrado mundialmente para todos los ciudadanos.

También es cierto que durante ese régimen comenzó a regir, por primera vez en el país, una Ley de Comunicación que tenía de soporte a una Superintendencia que regulaba los contenidos de los medios, especialmente los que consideraba que iban a contrapelo de las ideas del poder político de entonces.

Ese ente de control desapareció, la Ley fue reformada para que sea más democrática, la prensa ahora trabaja con libertad y las organizaciones internacionales de derechos humanos han destacado ese cambio.

Pero todo este ideal se derrumba con la publicación de información falsa que atenta contra los principios fundamentales del periodismo, como son la verificación y contrastación de los hechos.

El buen periodismo no supone nada, solo cuenta la verdad y eso se logra con una acción tan simple como acudir a la fuente para conocer si lo que se va a publicar es verdadero o es un invento. En tiempos de periodismo digital y de redes sociales las mentiras son descubiertas con bastante facilidad.

El diario La Hora de Quito informó que EL TELÉGRAFO “desde hoy pasa a ser digital” y que había publicado una edición de 49.026 copias en su último día de vigencia del papel.

Nada fue verificado y la noticia circuló en las versiones impresa y digital de ese rotativo quiteño. En Estados Unidos se han cerrado en los últimos años alrededor de 2.000 periódicos, pero algunos de ellos han continuado publicándose en digital, una posibilidad que no escapa a ningún diario del mundo.

Es probable que EL TELÉGRAFO -fundado en 1884- también siga esa opción, pero no por el momento y si se llega a dar será comunicada, no solo a los lectores, sino también a nuestros anunciantes. Somos un diario público, nuestro objetivo y línea editorial son claros, apuntan a informar con la verdad; y lo único que pedimos a los diarios colegas es que se sumen a la idea de trabajar por un real y buen periodismo. (O)