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La respuesta que dan los banqueros y los asambleístas que los defienden es la más obvia: el dinero de los clientes de los bancos es de ellos, de los clientes.
La pregunta ausente (y por supuesto la que no hacen algunos entrevistadores muy amigos de los banqueros) es si las condiciones para conceder un préstamo a esos mismos clientes son iguales cuando lo solicitan para poner una pequeña empresa o iniciar algún tipo de emprendimiento y cuando es para comprar un auto o irse de vacaciones a Europa.
Entonces, ¿quiénes y cuáles son las prioridades? ¿Hasta dónde los banqueros piensan en el desarrollo del país o solo en sus intereses? Por otro lado, esos asambleístas, banqueros, analistas y entrevistadores dicen defender a los ahorristas, pero no explican por qué determinados empresarios obligan a sus empleados a cobrar su sueldo en tal o cual banco.
Si hoy se aprueba el Código Monetario y Financiero, el Ecuador habrá dado un gran salto en la regulación y en la normativa para este sector, luego de tres décadas de neoliberalismo puro.