Es muy sospechoso ese discurso de los llamados sectores progresistas y de los autodenominados de izquierda en este continente para mostrarse ‘críticos’ frente a Cuba y Venezuela. No hay un solo país en América que, de un modo u otro, no haya sido víctima de la mayor potencia militar y, por supuesto, de la heredad colonial.

¿Qué hizo con México? ¿Qué pasó con Granada, Panamá, Nicaragua o Chile? ¿Ya nos olvidamos de todo lo ocurrido en la década del setenta en toda la región? ¿Y acaso Cuba, con sus problemas y complejidades, no fue la única nación solidaria con miles de combatientes sociales del continente? ¿Y no fue Hugo Chávez quien volteó la tortilla cuando se quiso imponer un solo modelo de comercio? Cuba y Venezuela han enfrentado a un imperio poderoso y por ello también han sufrido actos de terrorismo y perturbación, sin descontar sabotajes de todo tipo.

Así que si algún pecado han cometido estas dos naciones (ahora que llegan a la Cumbre de las Américas con absoluto respeto y reconocimiento) es ser rebeldes y afrontar con dignidad su soberanía plena. (O)