La enorme y masiva concentración de maestros del sábado pasado da cuenta de algo que no se reduce solo a ese sector social. Lo mismo se puede decir de la reunión amazónica de la semana anterior y de algunas organizaciones indígenas, campesinas, la creación de la CUT, entre otras. Es decir, el movimiento social está activo, pero no en oposición necesariamente. Y si el país se fija por lo que exhibe la prensa privada (una reunión del FUT de no más de 150 personas) el balance es contradictorio y algo mentiroso. El movimiento social no existe ni se legitima en los medios porque haga oposición a un gobierno, sino porque su actividad y demandas encuentren la organización y las plataformas para atender sus programas y principios. Y eso está ocurriendo en el Ecuador de estos tiempos: la dinámica de la sociedad civil es a favor de cambios profundos, no para consolidar el modelo liberal ortodoxo al que ahora parecen plegarse quienes se declaran ‘socialistas revolucionarios’ o, para más, sus ‘intelectuales orgánicos’.