Se acumulan algunos problemas y determinadas conductas que enredan el diagnóstico de la situación. Algunos apuntan a la ausencia de liderazgo o de una capacidad para administrar una institución y una ciudad con un sinfín de complejidades. Pero lo cierto -y lo que percibe la ciudadanía- es que algo no funciona bien. Y para complicar más el panorama, saltan a la escena pública muchos otros líos que van desde asuntos privados hasta aquellos problemas en las llamadas administraciones zonales. Todo eso sin descontar el sinnúmero de ofertas que no se han cumplido. La actual administración ya lleva más de un año en funciones y tiene poco que mirar hacia atrás a la anterior. Eso lo sabe la ciudadanía. Por lo mismo, hace falta claridad sobre la tarea municipal y el sentido del futuro para la capital de los ecuatorianos. Que en el Cabildo se produzcan escándalos al mejor estilo de los congresos de la llamada partidocracia sienta un pésimo precedente que todos queremos dejar atrás. Mucho más si esas disputas nacen del seno del propio movimiento del Alcalde quiteño. (O)