Cada año, en Ecuador se necesitan 40.000 viviendas y este déficit afecta al 67% de familias en las zonas rurales y al 38% en las urbanas. En estas últimas, cerca de 252.013 hogares necesitaban una vivienda nueva o requieren reemplazar la suya porque es irrecuperable, según los últimos datos del Ministerio de Finanzas de 2017. Mientras que 957.335 hogares tuvieron exceso de hacinamiento o carecían de servicios básicos.

Este es el principal motivo que tiene el Estado ecuatoriano para mejorar las condiciones de financiamiento de vivienda, sobre todo las de interés social y público; es decir, aquellas que cuestan hasta $ 91.368. Es por eso que el Bono Social de Vivienda permite que las personas con ingresos medios y bajos accedan a créditos hipotecarios con una tasa preferencial de 4,99% a 25 años plazo. Con esto, el Gobierno estima que los bancos privados y mutualistas entreguen más de 24.000 préstamos para viviendas, lo que sumará cerca de $ 1.350 millones en créditos hipotecarios.

Esta es una oportunidad para una reactivación más fuerte para el sector de la construcción, pues podría enfocar sus inversiones en este nicho poblacional que no ha accedido a una vivienda en los últimos años.

Por otra parte, un reporte de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Vivienda del Ecuador identifica otras oportunidades para el sector. Una de ellas es el segmento de turismo inmobiliario, ya que el país se ha convertido en un destino preferido por jubilados extranjeros que buscan invertir en una vivienda en el país, ya sea para una estancia semipermanente o, en muchos casos, permanente. También hay otras opciones de financiamiento en los fondos de inversión.

El mercado presenta varias opciones para incrementar la oferta, el desafío es que la economía responda de tal manera para que la demanda siga la misma tendencia. La gerenta del Banco Central del Ecuador, Verónica Artola, explicó en una entrevista previa que por cada $ 100 millones invertidos en la construcción, el PIB crece 0,1%. (O)