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En un acto que cada vez es más común en el país, el Presidente de la República realizó el martes una visita sorpresa al hospital Abel Gilbert Pontón, en Guayaquil. Los usuarios tuvieron la oportunidad de presentar sus reclamos al Primer Mandatario, quien los escuchó atentamente sobre sus penalidades. El tema recurrente fue la falta de medicinas en la farmacia, queja que sorprendió al Jefe de Estado, pues durante la emergencia se destinaron millones de dólares para abastecer a los hospitales intervenidos.
Ante tal situación, el gobernante recorrió minuciosamente la casa de salud y encontró agolpadas las cajas que contenían los fármacos.
La indignación del Mandatario fue evidente, “por la indolencia con la que ciertos mandos medios actúan” frente al sufrimiento ciudadano, y ordenó de inmediato una reunión con las autoridades del nosocomio para que expliquen sobre la falta de medicinas en las perchas, a pesar de su existencia en el edificio.
Pero había mucho más: la casa de salud mantenía impagos a los galenos por la inmovilización de un fondo rotativo asignado en la emergencia.
Por todos los hechos comprobados, desde ayer, y de acuerdo al mandato del Presidente, las autoridades del hospital tienen un mes para rectificar sus acciones y brindar un servicio que refleje los esfuerzos del Ejecutivo.
Lo lamentable es que los mandos medios opacan el trabajo de un gobierno que busca mejorar el servicio de salud, el cual se mantuvo colapsado durante décadas en el Ecuador.
Los servidores de los hospitales públicos no deben olvidar el juramento de Hipócrates, en el que se comprometieron a que, cuando entren en una casa, no llevarán otro propósito que el bien y la salud de los enfermos, “cuidando mucho de no cometer intencionalmente faltas injuriosas o acciones corruptoras”.
El trabajo de los médicos del país es sacrificado y es reconocido por el pueblo ecuatoriano. La invitación para que reaccionen ya está hecha.