Fue impresionante, casi increíble. Por un lado, el ministro de Ambiente, Raúl Ledesma, impulsa una campaña durante el feriado para mantener limpio el balneario de Salinas, sin basura en sus playas, y por otro, una persona sin conciencia ambiental abre una zanja para que las aguas negras, de una supuesta obra, vayan a parar allí, al mar.
No hay justificativo, pues no se puede contaminar de esa manera un lugar que, además de ser turístico, es la cuna de especies endémicas y productos del mar que luego van a parar a la mesa de comensales, no solo de la Costa sino del país.
No solo cuenta el daño ambiental sino el daño a la salud que esto podría ocasionar. En buena hora el ministro Ledesma reaccionó a tiempo y denunció el hecho a la Fiscalía.
Por donde se lo mire, no hay excusas. Cientos de personas bañándose en este balneario en busca de sana diversión y relax y ante sus ojos una mancha negra irrumpía en el sitio donde niños, adultos y adultos mayores tomaban un baño.
No es posible que un grupo trabaje todo el tiempo por cuidar nuestro hábitat, la tierra y el mar que nos proveen de los alimentos diarios y que otros lo destruyan.
Este acto de irresponsabilidad se suma a muchos, porque no es el único. Están aquellos que arrojan basura a los ríos, quienes echan desperdicios en las alcantarillas, los que tiran envases plásticos al mar, los que talan árboles sin reforestar, los que usan aerosoles que continúan destruyendo la capa de ozono, los que causan incendios forestales.
Sin duda, es larga la lista de las acciones en contra de la naturaleza, pero si no hacemos algo ahora, ella misma se encargará de pasarnos la factura. De hecho, ya lo está haciendo.
Es hora de tomar conciencia, el planeta ya no resiste más el peso de tanta destrucción, de tanto quemeimportismo. Es hora de reaccionar para salvar lo poco que nos queda. (O)