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Viven ofendiendo, mintiendo y posan como defensores de altos valores y de principios inclaudicables. Creen que un funcionario público o una autoridad de alto nivel debe recibir de ellos cualquier injuria y quedarse callados. Van por la vida dando clases de moral y de pulcritud espiritual, incluso acuden a los medios con papeles en mano, cuyo contenido nunca muestran.
En la larga y triste era partidocrática hubo especímenes de esta naturaleza que alardeaban de su desvergüenza. Y los de ahora aspiran a lo mismo, pensando siempre en las elecciones.Son de una muy baja calidad intelectual y tienen un hondo resentimiento. Mienten y lo hacen sin rubor. Uno de ellos ha dicho que la vía Ibarra-Quito solo tiene dos carriles y que es tan mala que sus usuarios necesitan cinco horas para transitarla.
No es la primera vez que miente, y cuando se le ha probado lo contrario no se ha retractado ni pedido disculpas a sus seguidores. Actúa así porque cree que el resto es como él. Lastimosamente, son los mismos que tienen eco en ciertos medios. (O)