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El Telégrafo

¿Cómo debe afrontar una sociedad la falta de plata?

04 de octubre de 2015

Aunque la pregunta parezca tonta, a eso se reducen algunos de los análisis de cómo afrontar la difícil situación económica del mundo, no solo de Ecuador. Sí, porque hay economías de países llamados desarrollados con graves dificultades, no porque el capitalismo o el desarrollismo que viven haya fracasado o tenga ya una sepultura programada.

Si todo se redujera a cómo resolver el problema de la falta de plata entonces las soluciones estarían a la mano, por ahí no va la cosa. Al contrario, en el mundo hay mucha plata, y quizá esa sea una de las razones de la actual situación. El problema de fondo es cómo esos poseedores de tanto dinero entienden el desarrollo, la equidad, la distribución, la justicia, y hasta el bienestar para ellos mismos y para sus congéneres. ¿Dónde y en qué invierten la plata?

Algunos dirán que se trata de un asunto de producción y trabajo, pero cuando se les escucha dejan por fuera otros supremos valores humanos y vuelven sobre lo mismo. Y ahí nace, de nuevo, la misma preocupación: ¿para qué queremos tanta plata? Obvio, el dinero no nace de la nada, ni se hace solo por la emisión de billetes. Hay detrás un complejo mundo productivo, pero ahora parece que es mayor el especulativo y financiero, el que impone hasta el modo de producir.

Lo realmente importante (que se escuchó en algunos debates del IIEncuentro Latinoamericano Progresista realizado en Quito) es la necesidad de construir otros paradigmas hasta para generar riqueza, plus valor, rentabilidad y rédito financiero.

Por ejemplo, en estos tiempos de aranceles altos se ha desatado un fenómeno poco valorado por las llamadas cámaras de la producción, y desconocido o ignorado por los medios de prensa comerciales: el incremento de las ventas de la economía popular y solidaria. Algunos hablan de 300 millones de dólares en ese sector, que obviamente ‘enriquecerá’ a un sector de la población, no a los que se acostumbraron a la lógica del mercado de unos grupos poderosos. Y ese enriquecimiento se traduce en un esfuerzo mayor por mejorar la calidad de sus productos, de sus sistemas de distribución y ventas.

El verdadero debate debe pasar por cómo cambiamos efectivamente la matriz productiva integral, no solo por los grandes proyectos estratégicos que, siendo importantes, tienen un costo financiero muy alto. Por lo tanto, para superar esta difícil situación económica, no basta con repetir las fórmulas o aprovechar el momento para reiterar en la privatización, en darles más garantías a los llamados sectores productivos (que en realidad son las cámaras y sus negocios), sino a esos segmentos y actores que han venido reclamando mayor participación en la producción, en el crédito y en los flujos comerciales para cambiar, desde abajo, nuestro modo de vivir en una sociedad dominada por la hegemonía comercialista. (O)

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