Reactivar la cultura. Eso persigue la resolución del jueves pasado del Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE) que dispuso la apertura de cines, teatros y auditorios con butacas numeradas al 30% de su aforo en Quito. La medida es para los cantones que se encuentran en color de semáforo amarillo y de acuerdo al estricto protocolo específico para estos espacios culturales del Ministerio de Cultura y Patrimonio.
El COE, además, autorizó incrementar el aforo al 50% en las salas de exhibición audiovisual y escénica en los cantones que se encuentran en color de semáforo verde.
Ayer se abrieron los cines en la capital con ese aforo limitado y acudieron más los jóvenes que los adultos. Las proyecciones de películas en las pantallas gigantes ayudan a despejar el estrés causado por cinco meses de encierro. También reactivará la economía de un sector que ofrece 2.000 plazas de empleo directo e indirecto.
El Ministerio de Cultura tiene siete protocolos, que abarcan todas las actividades del sector, con medidas de bioseguridad que permiten a todos los actores de la cadena de valor y proveedores de servicios o productos culturales retomar sus actividades de creación y producción artística y creativa.
El protocolo es obligatorio, se aplica en todo el país mientras dure la pandemia en salas de cine, teatros y auditorios y es para precautelar la salud de trabajadores, público y proveedores de servicios.
Con esas medidas el Gobierno espera reactivar al sector cultural y artístico que ha sido uno de los más golpeados por la crisis sanitaria debido el cierre de todas las actividades y al confinamiento. El público dejó de asistir al cine, al teatro, a conciertos, a museos, a exposiciones de fotografía o de pintura, a bibliotecas, lanzamientos de libros, entre otras. Según información Sistema Integral de Información Cultural (SIIC), los sectores culturales y artísticos en Ecuador ha tenido pérdidas por $31’228.560,13 solo en abril. También muchos trabajadores culturales y artistas perdieron su fuente de empleo en medio de dolor y de la muerte.
Pero esa situación se vive a lo largo de Latinoamérica, dice un informe de la Unesco sobre el tema. La organización internacional cita el ejemplo de Costa Rica: el 12,3% de los trabajadores de ese sector vive en la pobreza o en la pobreza extrema.
Los principales problemas de ellos son: pérdidas de ingresos por las cancelaciones, incapacidad para cumplir con el pago de servicios públicos, pérdida de empleo e imposibilidad de pagar deudas o créditos. Ese país centroamericano hizo ese mapeo de la crisis y después adoptó medidas para ayudar a ese sector.
El problema es de todos y en todo lado.