Bien por Chile y su futuro. Las elecciones de ayer confirman una de las tantas demandas políticas de sus ciudadanos: dejar atrás ese largo período oprobioso, criminal y antihistórico que fue la dictadura de Augusto Pinochet. No solo por los resultados a favor de una corriente y un pensamiento progresistas, sino porque es evidente la tendencia, a pesar de que todavía hay muchas conquistas que alcanzar para constituir una verdadera democracia.
Por lo pronto, también es cierto, la administración del presidente Piñera no deja un sabor agradable en Chile. Por más desarrollismo que exhiba en el discurso, en la práctica hay un enorme déficit social tras la carga neoliberal, pesada e inequitativa, con la que se ha manejado el Estado de ese país en los últimos años.