El 4 de febrero se conmemora a nivel global el Día Mundial Contra el Cáncer y desde todos los rincones del mundo se exteriorizó ese anhelo de que no haya más muertes por esta causa, aunque las proyecciones de la Organización Panamericana de la Salud indican que si no se toman medidas para prevenir esta enfermedad, en el 2040 habrán cerca de 6,23 millones de personas padeciendo de este mal en las Américas.
Acuerdo Nacional Contra el Cáncer de Ecuador trabaja en distintos ejes para prevenir esta patología y por ello utiliza como herramientas el Observatorio Nacional de Lucha Contra el Cáncer que se presentó en octubre de 2020, y la Clínica Integral del Cáncer y “Tu firma para vencer el cáncer”, que estarán vigentes a partir del 18 de febrero y 1 de marzo, respectivamente.
A este enemigo silencio se lo ataca con la prevención, de ahí que la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca) trabaja en campañas de prevención, pues si la enfermedad es detectada a tiempo hay opción de cura, dependiendo del tipo que sea.
En Ecuador el cáncer de próstata (hombre) y mama (mujer) mantienen su prevalencia y de acuerdo a proyecciones de Acuerdo Nacional Contra el Cáncer, en el 2020 se registraron más de 29 mil nuevos casos y 15 mil personas fallecieron por esta causa.
Los pacientes oncológicos, sus familiares y médicos exigen políticas públicas que apunten a priorizar esta enfermedad catalogada como catastrófica por encima de otras demandas, ya que las medicinas y tratamientos inherentes a esta enfermedad no pueden esperar días, semanas y peor meses, pues el mal avanza y, cuando ya hay los recursos, quizás sea demasiado tarde.
El próximo Gobierno tiene una ardua tarea, pues además de este 2021 también ser un año pandémico, le tocará lidiar con la crisis sanitaria y, entre varios sectores y problemas no menos importantes, tendrá que apuntalar políticas enfocadas en el área de la salud, con un presupuesto para la contratación de más profesionales, especialistas, infraestructura y, sobre todo, que no falten las medicinas que necesitan los pacientes, pues sobre todo las que sirven para tratar enfermedades catastróficas como el cáncer y el VIH/sida son costosas y muchas veces tienen que salir del bolsillo del paciente. Y, los que no tienen para comprarlas, muchas veces pierden la batalla. (O)