El humo de los incendios en Australia llegó al sur de América Latina (Argentina, Uruguay y Chile). El aire contaminado recorrió unos 12.000 kilómetros de distancia. El fuego ha consumido gran parte de la costa este y sur de Australia y decenas de personas han muerto. Las fotografías de vegetación y animales nativos han llenado las redes sociales y se han armado campañas para apoyar al país oceánico.
El Gobierno australiano ha extendido el estado de desastre y pidió evacuar las zonas más afectadas. Todas esas noticias se han registrado y también han dado la vuelta al mundo en los medios tradicionales y plataformas digitales. Hasta en Hollywood se han dado discursos en favor de la vida silvestre australiana.
Desde aquí puede ser fácil hablar (o escribir) sobre Australia. Enterarse de lo que ocurre y mirar el entorno para ver si el país está preparado para enfrentar una emergencia similar.
Según los reportes, los incendios forestales están alimentados por las altas temperaturas que para ellos son de niveles récord, fuertes vientos y largos meses de sequía. Todas estas variables hacen que la ecuación sea complicada para controlar las llamas y sea prácticamente una incógnita la solución en el corto plazo. El propio primer ministro, Scott Morrison, anunció que los incendios permanecerán por meses.
En las primeras investigaciones se ha encontrado que muchos fuegos empezaron de forma deliberada, por lo que también se expone la debilidad en las campañas de prevención en un continente con muchísima flora y fauna.
Australia, debido al cambio climático, se ha vuelto más calurosa y se prevé que los incendios forestales serán más frecuentes.
Entonces, con todo este contexto, es necesario preguntarse si en el resto del planeta ya se toman previsiones reales, más allá de los discursos y las campañas en redes sociales y en foros de espectáculo, para efectivamente atender el impacto del cambio climático. (O)