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El Telégrafo

“Caí por loco, no por cojudo”

29 de julio de 2020

Al salir de una dulcería el papá de Juanito le comenta a su hijo – mira hijo, me robé tres chocolates y nadie se dio cuenta.

– Eso no es nada papá. Yo puedo robarme los mismos tres chocolates, pero a vista y paciencia del dueño de la dulcería. – Ya verás.

Al regresar a la tienda, Juanito le dice al comerciante: Señor, yo le hago un truco de magia si usted me da tres chocolates. El mercante le entrega lo solicitado. Inmediatamente, Juanito se come en presencia del vendedor las tres golosinas.

¿Y dónde está tu magia Juanito? Le inquiere el almacenista. – Mire señor, los tres chocolates que me comí aparecerán en el bolsillo de mi papá…

Los personajes del cuento pueden llamarse Abdalá y Dalo. ¡Claro! los chocolates no aparecieron en el bolsillo del papá. A diferencia del cuento, el expresidente y su hijo Dalito se asociaron. Los dulces aparecieron en el bolsillo de Daniel Mendoza Bonilla.

Esta historia nos lleva a reflexionar sobre la diferencia entre legalidad y legitimidad. Hay cientos de denuncias en que los funcionarios públicos han cometido actos dolosos, fraudulentos y, por lo tanto, ilegítimos.

Ahí están, por ejemplo, la primera autoridad de control y participación ciudadana, con certificado médico falsificado obtuvo un carné de discapacidad casi del 100%. Una exvicepresidenta juzgada cumpliendo su condena en el SRI y con doble sueldo. Una asambleísta glosada, presidiendo la Comisión de lucha contra la corrupción. Prefectos, alcaldes, concejales ejerciendo sus funciones con grilletes. Quizá todos los actos legales mas no legítimos.

El filósofo alemán, Immanuel Kant, distinguía claramente la oposición entre legalidad y legitimidad. La legalidad debe subsumirse a la legitimidad, pues los ciudadanos deberían actuar en orden al ideal de moral, justicia y equidad. Pero en el Ecuador vivimos una lógica a la inversa. Son los mismos delincuentes los que determinan su propia legitimidad populachera transmutando a delincuentes en héroes-víctimas.

Cuando el Loco que Ama dice que no cayó por “cojudo”, sabe perfectamente bien que la legalidad puede ser comprada. El Candidato de los Pobres no es el equivocado, somos el resto de ecuatorianos los cojudos. (O)

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