Publicidad
La crisis económica internacional, que golpea a Estados Unidos y Europa, afectará a Latinoamérica, región que ha sabido administrar situaciones similares -como el colapso que estremeció a varias naciones del primer mundo entre 2008 y 2009- gracias a la diversificación de su mercado exportador y, particularmente, por las excelentes relaciones de intercambio comercial con China, el gigante asiático.
Y aun con este bagaje de experiencia, los efectos de la partida de ajedrez económico que los países “ricos” están jugando, tarde o temprano llegarán a nuestras economías y los gobiernos están conscientes de que la frágil estabilidad de los mercados puede precipitar, en cualquier momento, un desastre de impredecibles consecuencias, pues los problemas de la deuda pública estadounidense no han terminado y modifican cíclicamente el comportamiento bursátil de la mayoría de países europeos, incluso del sudeste asiático.
Son estos antecedentes los que han movilizado a los estados que conforman la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para tomar acciones concretas que permitan hacerle frente a esta y cualquier otra amenaza.
Para ello acordaron una reunión en Buenos Aires en la que los doce miembros, por unanimidad, decidieron crear un fondo común que servirá para rescatar a los estados que pudieran resultar afectados por el “coletazo” de la crisis.
Los representantes de los gobiernos sudamericanos dejaron entrever que esta bolsa común puede ser alimentada por los recursos que tienen los bancos centrales o las autoridades monetarias de cada país.
La Cepal calcula que las reservas globales de la región ascienden a 500 mil millones de dólares, que bien podrían solventar las necesidades del fondo propuesto.
Lo cierto es que la crisis, además de golpear al primer mundo, es mucho más seria de lo que las agencias calificadoras de riesgo y los medios de información se han permitido mostrar. Una reciente prueba de solvencia a noventa entidades financieras de Europa demostró que ocho no pasaron las pruebas, cinco de ellas bancos españoles. Y en los Estados Unidos, pequeñas entidades financieras regionales siguen cerrando o están siendo absorbidas por otros entes más grandes sin que, por lo delicado, constituyan noticias de primera plana para no alarmar a los mercados. Por ello, la decisión de la Unasur es acertada y en el momento oportuno.
Tampoco podemos dejar de mencionar que, con esta acción, el organismo asume nuevos y más concretos roles en cuanto a la integración regional que, previamente, habían estado enfocados al fortalecimiento de la democracia.