Son ya inolvidables y patéticos esos titulares de hace un año. Si hubiese verdadera responsabilidad, algunos medios deberían pedir disculpas a sus audiencias.
Pronosticaron la caída en picada, ocultaron los asesinatos más viles y despiadados a seguidores del Gobierno, elevaron a la categoría de víctimas a los victimarios y colocaron a Venezuela en la lista de los países donde se muere de hambre la gente y la vida no vale nada.
Y ahora, tras un año de todo aquello, la verdad se abre camino por sí sola. En la práctica, no queda duda de la estrategia bien montada para la desestabilización más descarada y el acompañamiento mediático más ‘sublime’.
Así como ocurrió en Cuba en su momento, con otras estrategias, las certezas de la gente y los responsables de las crisis están a la luz del día. Venezuela tiene problemas, y no son precisamente de su modelo o Gobierno.
Bien ha hecho Unasur en acompañar la posibilidad de un diálogo para resolver con quien en realidad afronta, financia y decide lo que genera la desestabilización.