Los hombres determinan muchos procesos políticos. Incluso, con su personalidad y pensamiento, marcan su signo, sentido y devenir. De ahí que la desaparición física de Hugo Chávez determina un antes y después en la Revolución Bolivariana. Nadie lo puede discutir. Fundamentalmente hay un cambio en ese énfasis del liderazgo ganado y asimilado en la población para tomar decisiones, pero también para que la oposición actúe de un modo violento.
Con la desaparición física de Hugo Chávez esa oposición rabiosa se envalentonó, supuso que había llegado su hora. Pero los liderazgos también sientan ejemplos y legados simbólicos que empujan los procesos. Por todo ello, la Venezuela de hoy afronta una estrategia desestabilizadora, con el apoyo de una campaña mediática, muy bien coordinada.
Con Hugo Chávez no pudieron y con Nicolás Maduro tampoco lo lograrán, porque -ante todo- hay un proceso sembrado, alimentado y sustentado en un profundo aliento y contenido popular. El mayor homenaje a Chávez será profundizarlo a plenitud.