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El Telégrafo

El reto de los próximos años está en complejizar los sentidos del cambio

  El reto de los próximos años está en complejizar los sentidos del cambio
17 de febrero de 2013 - 00:00

se ha insistido de distintas formas que el cambio de paradigma, de época o de horizontes no puede ocurrir de un modo “natural”. De hecho, ningún cambio está dado solo por unas fuerzas anónimas u ocultas. De algún modo, una ideología, unos líderes o unos movimientos empujan los procesos hacia destinos u horizontes marcados por lo que unos seres humanos imaginan, sueñan o rechazan desde y de su presente.

A partir de ahora se definen algunas ideas: bien sea para iniciar una nueva etapa, para dar continuidad a otra o para proponer más y nuevos contenidos a este devenir. Y ellas siempre contendrán un componente polémico y complejo para cualquier persona que imagine cómo sostener este proceso de transformación de una época.

Hay momentos en los que  la mayor preocupación política y hasta filosófica es imaginar cómo nace la nueva era y cómo muere la vieja. Y en ese momento (de absoluta tensión) hay unas subjetividades en juego que tiran la cuerda hacia una de las dos tendencias: no dejar morir lo que está por desaparecer y no dejar nacer lo nuevo, a la vez que acelerar esa desaparición y posibilitar ese otro nacimiento.

Hoy es uno de esos días cuando se mira hacia adelante con mucha imaginación y esperanza. Como ahora, Ecuador ha tejido muchas ilusiones sobre su futuro inmediato cuando acude a las urnas. Como un hecho práctico e histórico, simbólico y cargado de sentidos, el sufragio universal también advierte cómo queremos sentirnos en una colectividad: ¿cohesionados, confrontados, en búsqueda de objetivos comunes, en la más absoluta dispersión política y/o en la complejidad social tensa? Todo eso a la vez, y también con el deseo intrínseco de que el tiempo nos de la razón por las decisiones tomadas.

Por eso, además, hace falta abrir más el cauce de los diálogos y los debates. A la vez, consolidar esa disputa plena y legítima para dialogar y debatir desde posturas claras y asumidas desde ideologías concretas, no de eslóganes.

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