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El Telégrafo
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Indígenas temen perder su sustento

Indígenas temen perder su sustento
10 de septiembre de 2013 - 00:00

Pronosticar el impacto ambiental por la explotación de las reservas petroleras del campo Ishpingo, Tambococha y Tiputini (ITT) sería especular, afirma el biólogo David Romo, quien precisa que aún no existe un estudio al respecto. Y los técnicos del Parque Nacional Yasuní explican que los controles se han mejorado muchísimo en los últimos tiempos. (Ver infografía ampliada)

La información difundida por grupos ecologistas  ha generado preocupación entre algunas comunidades del Parque Nacional Yasuní, pues el principal temor es que se repitan la malas prácticas extractivistas como  hizo Texaco.

Olmer Machoa considera que vivir en el Parque Nacional Yasuní es un privilegio de pocos y sí le preocupa la explotación del ITT. Es miembro de la comunidad kichwa Llanchama, cuyo territorio está dentro del bloque 31 y un 20% en el 43. A sus 24 años, ama los regalos de la selva, donde la canasta básica se llena con la carne de la cacería o de la pesca y la yuca o el plátano.

Los bloques  14, 16 y 17  están en el Parque Yasuní. Aunque ya se construye el 31, debe aprobarse junto al 43Teme que la extracción del crudo dañe el bosque, contamine los ríos y termine con los recursos que le provee la naturaleza. Dice que la mejor herencia para su hija de nueve meses es un hábitat colmado de plantas y animales. “A nosotros una petrolera nos quería pagar 20 dólares por cada una de las 11.000 hectáreas que afectaría para el estudio sísmico 3D, con eso detectaría dónde hay petróleo. Los explosivos usados matarán a unos animales, mientras a otros como el armadillo, al sahíno, a la guanta el temblor les cerrará las madrigueras, ya que tienen sus refugios bajo el suelo. Matarán a muchos insectos, se cerrarán los riachuelos. ¿Con 20 dólares se puede comprar toda la diversidad que existe en una hectárea?”, razona.

En sus reflexiones también incluye a las plantas: “En un lugar contaminado dejarían de crecer especies con fines curativos como los árboles de donde se saca la sangre de drago; el sandi, que es purgante y vitamina; o el chugchuguazo para los reumatismos”.

Considera que  la fortuna que dejaría el “oro negro” no se compara a la enorme cantidad de flora y fauna del Yasuní, que bien aprovechada servirá para  emprendimientos de turismo comunitario. Otro que no acepta la idea de la explotación petrolera es “Benito” (48 años), integrante de la comunidad shuar Juwa, ubicada en la vía Auca. Si bien está lejos del Parque Nacional Yasuní, las 14 familias que la conforman reniegan de la propuesta extractiva.

Especies simbólicas en riesgo son: nutria gigante, anaconda, águila harpía, jaguar y perro selváticoBenito suele navegar hacia el interior del bosque y le preocupa el destino de las especies silvestres. En calidad de timonel conoce los ríos Yasuní y Tiputini, y las lagunas de Jatuncocha y Tambococha. Ha escuchado decir que para acceder al eje ITT la empresa petrolera no abrirá carreteras, es decir que todos los materiales destinados a la construcción de campamentos y plataformas llegarán vía aérea y  fluvial. Esta circunstancia le hace suponer que por los ríos Tiputini y Yasuní entrarán gabarras y botes con motores potentes, aquellos que producen ondas enormes en el agua. Tales olas y ruido, precisa, dañarían a las especies acuáticas. La anaconda, el manatí, el lobo marino, o los peces como el  paiche y el camitane podrían ser perjudicados.

Conflictos

Pero el impacto ambiental no es lo único que inquieta a Olmer Machoa y a Benito; también sienten incertidumbre por probables conflictos que surjan a raíz de la explotación.

Machoa se queja porque hace un año la petrolera les recomendó aceptar el dinero y permitir los estudios sísmicos, porque si no lo hacían iban a ingresar con las fuerzas del orden.

Sin embargo, como hijo de la presidenta de  la comunidad Llanchama, asegura que los 250 habitantes de la localidad  no cederán un centímetro. Respaldan la opción de una consulta popular y esperarán que la Asamblea Nacional se pronuncie.

Eso sí, agrega, les desagrada el rumor de que la comunidad waorani Kawymeno sí negociaría una posible entrada a la exploración desde su territorio. A Benito le quita el sueño pensar en enfrentamientos entre comunidades, unas a favor de extraer el crudo y otras por mantener el crudo bajo la superficie.  

Incertidumbre

Según el Libro Rojo de las Aves del Ecuador, la pérdida y fragmentación del hábitat son la mayor amenaza para la conservación de la biodiversidad.  

De acuerdo con este documento, el Yasuní podría ser el último hogar en Ecuador para el Pavón Carunculado, un ave de poco avistamiento en las dos últimas décadas, por lo que consta en la nómina de peligro crítico. La explotación petrolera y la cacería la tornaron sensible.

Una variedad en situación de peligro es el pato real, afectado por la cacería de subsistencia y la destrucción de su hábitat.

El “muñeco” que señala la reserva Tiputini es observado por el kichwa Germán Grefa.

En estado vulnerable se hallan el águila crestada, perjudicada por la fragmentación de zonas boscosas; el águila harpía, que requiere bosques en buen estado, y el halcón pechinaranja, susceptible a la destrucción de sus hábitats.  

El Libro Rojo de los Mamíferos del Ecuador señala en peligro crítico al manatí amazónico, disminuido en su población debido a su cacería, baja tasa de reproducción y la contaminación de los ecosistemas acuáticos.

También ingresa en la lista crítica el oso hormiguero gigante, perjudicado por la cacería y la pérdida de su hábitat. En estado de peligro se registra el jaguar de la Amazonía, diezmado por la cacería y la pérdida de su hábitat.

En situación de peligro se encuentra el tapir amazónico, mermado por la cacería, baja tasa reproductiva y pérdida de su hábitat. El delfín gris se incluye en el mismo registro, principalmente por la contaminación de los sistemas hidrográficos y lacustres.

El mono araña de vientre amarillo (en situación de peligro) es otra víctima de la cacería y la deforestación derivada de la construcción de carreteras y actividad petrolera.

David Romo, PHD en biología de la conservación, codirector de la Estación de Biodiversidad Tiputini de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), comenta que no es fácil determinar cuántas especies están en peligro y cuántas no.

No obstante, para tener una idea de lo que podría significar la explotación en el eje ITT, Romo se refiere a los insectos. De acuerdo con investigaciones de los últimos 10 años, la diversidad de estos invertebrados en el Parque Nacional Yasuní es de 2.000 especies por hectárea.

28 vertebrados del Yasuní están en peligro, según  la Unión Internacional para Conservación de NaturalezaSi se toma en cuenta que la información oficial refiere una afectación de entre 280 y 300 hectáreas para las labores extractivas en el bloque 43, se puede deducir que por hectárea deforestada desaparecerán 1.000 especies. “Lo que no podemos afirmar es que la desaparición de esos 1.000 insectos pueda ser gravísima para el futuro del bosque”, especifica.

Manifiesta que si bien la tasa de endemismo en el Yasuní es bastante baja, esta selva es como un depositario de la biodiversidad regional. Es decir, hay especies de animales, plantas y hongos  que se encuentran en otros lugares, pero aquí existen en mayor cantidad.

Romo hace una puntualización: si en el Yasuní está la mayor cantidad del planeta de aves, mamíferos, peces, reptiles, anfibios y plantas -grupos de los que ya existen estudios- la diversidad de insectos, protozoarios, hongos y bacterías es todavía más alta. El riesgo de que estos desaparezcan es serio porque se extinguirían sin ser registrados, en vista de que en general en el mundo no existen muchos estudios de estos organismos. “Esto es bastante especulativo porque no sabemos cuál es el plan de explotación; al momento en que el plan sea divulgado podemos comentar con certeza. No se hace aún un estudio del impacto ambiental para determinar la potencialidad de éste, simplemente se busca la autorización para comenzar todo el proceso”, concluye.

Mejores controles

Édison Mejía, técnico de control y vigilancia del Parque Nacional Yasuní, expresa que durante este Gobierno se mejoraron las condiciones para cuidar la reserva. Sabe que toda intervención humana en la selva causa impactos, pero confía en que las consecuencias se minimicen.

Resalta el apoyo del régimen al mantenimiento del parque. Hasta 2010 solo habían cuatro guardaparques, muy poco para una extensión de 982.000 hectáreas de área protegida (en la actualidad son 1’022.000 hectáreas). En 2011 la cantidad de vigías subió a 12 y en 2012 a 22; este año, debido a un ajuste, se bajó  a 12, pero los resultados son alentadores.

190.000 hectáreas tiene el bloque ITT, pero en la extracción  solo se afectarían 200 para instalar los equiposLas estadísticas muestran una baja en la incidencia de delitos ambientales. Mientras en 2011 se decomisaron 2.700 libras de carne de animales silvestres, en 2012 se retuvieron 2.500. En lo que respecta a madera, en los últimos tres años se decomisaron 30 metros cúbicos, una cifra muy baja. El gran flujo de tráfico ilegal se da fuera de la zona protegida.

También fue importante eliminar de la feria de Pompeya (Orellana), la venta de carne proveniente de  cacería ilícita y la comercialización de animales silvestres vivos, una muestra del trabajo efectivo del Ministerio del Ambiente, que se compromete a redoblar esfuerzos en la probable extracción del bloque 43.  

En su momento, la ministra Lorena Tapia indicó que su obligación es la aplicación eficiente de las normativas nacionales y de los parámetros internacionales en cuanto al control y fiscalización de la evacuación del crudo en el ITT.

La sensibilidad del área hará que se conforme un equipo de especialistas ambientales (biólogos, botánicos, ingenieros forestales, etc.) para ejecutar un seguimiento efectivo a las actividades petroleras.

Se reforzarán las capacidades operativas de la Dirección del Ambiente de Orellana y se implementarán las estaciones y planes de monitoreo que sean necesarios.

DATOS

Debido a la vulnerabilidad del Parque, el Ministerio del Ambiente y Petroamazonas hablan de un manejo  conjunto para lo cual se construirá una estación de control, vigilancia y monitoreo en los puntos de acceso (Bloques 31 e ITT). Así se evitará la colonización, tala ilegal, deforestación  y se permitirá obtener información científica de los impactos sobre la fauna y flora

Mediante este plan se aspira a minimizar los tiempos de respuesta ante eventos de contingencia con  intervención inmediata. Se realizarán planes de monitoreo a las especies indicadoras y sensibles, además de la instalación de cámaras trampa.

La empresa estatal Petroamazonas informó que no se hará ninguna intervención hasta contar con las correspondientes  licencias ambientales.   

Oswaldo Madrid, gerente de la petrolera estatal, dijo  que no se abrirán carreteras sino senderos ecológicos para ingresar materiales e  instalar equipos. Estos senderos son necesarios para la construcción y operación de campo. También se recurrirá a helicópteros.    

La perforación será horizontal, en racimo, direccional,  que disminuye los riesgos de derrames porque de una  plataforma se pueden   perforar muchos pozos, sin la necesidad de tener una plataforma por cada pozo como se hacía antes.      

La ministra del Ambiente, Lorena Tapia, considera aliadas estratégicas a las comunidades amazónicas, pues están empoderadas y comprometidas con el monitoreo ambiental en  el Yasuní.   

Tapia invita a la ciudadanía para que sea veedora de este proceso. El Ministerio del Ambiente desarrollará una plataforma de información que permitirá a la población conocer los procedimientos de fiscalización de forma  clara y transparente.

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