Nadadores, cincuenta años desafiando al San Pablo
Es la prueba de aguas abiertas tradicional por las fiestas del Yamor fusión de la celebración del Koya Raymi (el ritual de la luna y el sol como elementos de fertilidad) con las tradiciones católicas), en Otavalo -Imbabura-, y una de las más importantes del Ecuador. Mañana el cruce al Lago San Pablo cumple su quincuagésima edición.
La primera carrera se desarrolló hace 71 años, en 1940, luego de esto hubo dos versiones más hasta el 42. Por la falta de financiamiento y el desinterés de las autoridades de la ciudad imbabureña se interrumpió por una década. En 1953 se retomó la competencia, pero se volvió a suspender 12 años más. Desde 1966 se realiza de forma continua.
En la memoria de quienes vivieron las travesías iniciales están grabadas las rudimentarias formas de guiarse en la prueba en aquel tiempo. En los años 60 los nativos del lugar al mando de los legendarios “caballitos de totora” (especies de lanchas) orientaban a los deportistas por el camino correcto.
También el famoso árbol conocido como lechero, ubicado en lo más alto del cerro Pucará en Rey Loma (oeste), servía como punto de referencia a los nadadores, que en esas épocas no llegaban a 20.
El árbol, algo deteriorado, permanece en el cerro. Ya no es visible desde el lago porque lo anteceden arbustos de mayor altura. La totora (planta acuática) se conserva en las riveras del lago y sirve para elaborar artesanías que dan sustento económico a los morades de los sectores aledaños, como San Rafael.
Tiempo después, en las décadas 80 y 90, las familias de los nadadores con posibilidades económicas alquilaban botes particulares para orientarse. Actualmente un bote guía, con una bandera distintiva y colorida (roja) ayuda a los nadadores para que cumplan sin desviarse el recorrido trazado.
La distancia del cruce perdura inalterable en el tiempo. Son 3.515 metros de trayecto, aunque en el inicio se habló de 3.800 y hasta 4.000 metros. “No creció ni aumentó el nivel de agua en el lago. Simplemente no estaba bien medido”, refiere Luis Salazar, ex gobernador de Imbabura y participante de la travesía en los años 1968 y 1969.
En aquel entonces debían cruzar un pequeño camino lodoso en el sector de Araque hasta que los pies ingresen poco a poco al lago para iniciar la travesía, que siempre fue de este a oeste y mantiene como gran testigo al “Taita” Imbabura (norte).
Después el trayecto previo mejoró y tomó un tinte algo rocoso. Años más tarde se edificó un muelle para que la espera de los competidores, que acuden hasta con 90 minutos de antelación, sea más confortable.
Ese tiempo lo ocupan en el calentamiento físico, que a más de los ejercicios incluye una dosis de vaselina o lanolina distribuida sobre el cuerpo. En las décadas de los 60 y 70, según Salazar, utilizaban grasa de carro. Esas “cremas” ayudan a que el cuerpo del nadador se deslice con facilidad sobre las aguas y contrarrestar en algo el frío.
La temperatura del lago es baja 16ºC, la mínima exigida por la Federación Internacional de Natación (FINA) es de 19ºC. Desde siempre la prueba se desarrolló en las primeras horas de la mañana (07:00) para aprovechar la quietud de las aguas, que conforme transcurre el día presentan mayor oleaje y dificultan la travesía.
El guayaquileño Gregory Fuentes Cali conocido como el “Rey del lago” es el nadador que más veces ha superado este desafío. Lo hizo en 11 ocasiones, 6 de forma consecutiva (1995-2000). Pese a eso nunca se consideró un experto de las aguas imbabureñas.
En un inicio no lo sedujo para nada asistir a esta competencia. La primera vez que accedió a la medalla dorada fue en 1989 a los 19 años. En aquel entonces registró un tiempo de 49’16’’. Una década después impuso su mejor marca 43’59’’. Se retira de esta prueba en 2003 y a sus 41 años está radicado en Canadá.
A partir de ahí la hegemonía de la prueba corresponde a los nadadores azuayos. Primero fue Santiago Enderica, quien venció en tres oportunidades. Su primo, Iván Enderica (19 años), tomó la posta y es de momento el monarca del lago. Contabiliza cuatro triunfos consecutivos y posee el récord absoluto de la prueba con 39’43’’. Su aspiración inmediata es conseguir el pentacampeonato. “Deseo continuar compitiendo esta travesía por mucho tiempo, porque es una de las pruebas más exigentes en el país y mi meta es superar a Fuentes”, dijo Enderica.
Hace tres años, se inició un proceso de limpieza del lago por el deterioro que registró debido al desfogue de las aguas servidas de la ciudad de Otavalo. A pesar de eso nunca los competidores registraron problemas médicos o expresaron malestar por la contaminación. El proyecto de recuperación lo dirige el Ministerio del Ambiente.