Cobo recorre el tiempo en bici
Vio cómo se desarrollaba la actividad y creció con ella, por eso no puede abandonarla. A sus 76 años, Hernán Alfredo Cobo no pierde el entusiasmo de competir, se siente preparado y desea ganar. La Vuelta Ciclística Máster que empieza este miércoles es su nuevo reto.
Todas las mañanas recorre de 30 a 40 kilómetros. Su esposa, Elena Thomas, le reprocha que no deje de entrenarse ni cuando llueve, pues cuando eso ocurre se ejercita en la bicicleta estática.
Alfredo solo se repite una cosa: “no me siento viejo, voy a seguir compitiendo hasta no poder”. Su hijo, Alfredo Jr., bromea al hablarle del retiro: “desde hace cinco años dice que ésta será su última competencia, yo sonrío, siempre estoy dispuesto a acompañarlo”.
Cobo consta en la lista de inscritos del giro máster; es el deportista de mayor edad y, como no existe una categoría para personas de 70 a 80 años, terciará contra ciclistas que tienen 15, 20 ó 30 años menos. No le importa, su expectativa es quedar entre los 15 primeros de la clasificación general y, si es posible, llegar primero en una de las seis etapas. El certamen se realizará del 25 al 29 del presente.
Ver la vida desde la bicicleta
Todavía recuerda aquellos caminos empedrados que le hacían sacudir la cabeza, cuando el ciclismo de ruta era un deporte de rudos recorridos y el mejor estímulo se lo daba a sí mismo, casi nadie apoyaba.
Nacido en Quito el 28 de octubre de 1936, Alfredo atestiguó los cambios de la ciudad y del país, literalmente ha recorrido el tiempo en bicicleta. Recuerda las carreras que se hacían en la avenida Patria, frente al parque El Ejido. La zona era residencial; no obstante, la mayoría de casas desapareció y en su lugar se construyeron enormes edificios.
La primera lid en la que estuvo fue el Circuito Barrial de 1953. Tenía 16 años y no imaginó salir victorioso, sobre todo porque el resto de competidores eran mayores que él. Intervino por el equipo Bolívar de La Mariscal, triunfó en individual y por equipos. Rivalizó contra pedalistas de Santa Clara, La América, La Alameda, Iñaquito, Eloy Alfaro y del cantón Rumiñahui (Sangolquí).
Los 21 kilómetros de trayecto reunían tramos empedrados y de arena, que lo convertían en un desafío complicado. Por todas estas circunstancias, nunca dejará de calificar como “hazaña” ser el primero entre 76 participantes.
A nivel nacional considera su mayor logro el triunfo en los 50 kilómetros del Circuito de Cuenca en 1954, donde se impuso a los representantes de Azuay, Carchi, Tungurahua, Cotopaxi y Chimborazo, entre otras provincias.
Ese año también ganó la Machachi-Quito y se adjudicó la medalla de bronce en la Ambato-Quito. Menciona que en los torneos intercantonales o interprovinciales rivalizaba con exponentes de la talla del carchense Oswaldo Pozo, el azuayo Macario Semería, el recordado David “El Cachudo” Romo, de Cotopaxi, o los pichinchanos Edmundo Morejón y Ernesto Palacios.
Mientras pedalea sobre la historia, reflexiona acerca de las condiciones en las que se corría y las compara con las de hoy. Si bien antes no habían calles asfaltadas, el tránsito vehicular era bajísimo, por lo que se practicaba con tranquilidad.
Al referirse a los implementos, cita que la tecnología ha desarrollado bicicletas para optimizar el rendimiento. “Las de antes eran de acero, pesaban de 25 a 35 libras, actualmente son de aluminio o carbono y pesan 15 o 20 libras. En mi época las bicicletas no tenían suspensión, se rompían los cuadros, los trinches, nos meneábamos mucho en los empedrados. Hoy observamos bicicletas con doble suspensión, con llantas más delgadas”, razona.
La peor frustración de Alfredo es no contar en su bagaje con presencias internacionales. Tuvo la oportunidad en 1955: el colombiano Ramón Hoyos, quien todavía posee el récord de más etapas ganadas en una sola edición de la Vuelta a Colombia (12), le propuso llevarlo a su país y convertirlo en un ciclista de élite, pero los padres de Cobo se opusieron; lo consideraban muy joven para dejarlo ir (tenía 19 años).
Alfredo abandonó el pedalismo en 1957 y después de dejar los estudios superiores de Veterinaria y Agricultura, de pasar a administrar haciendas, vivir en Estados Unidos (1987-1997) y dedicarse a otros negocios, resolvió volver a la actividad en 2001, año en que se organizó la primera Vuelta Máster al Ecuador.
Respecto a otras facetas, incursionó en el fisicoculturismo y el tenis, en los que también experimentó grandes vivencias. Dueño de un “sincretismo deportivo” único, su casa en la Mitad del Mundo guarda decenas de trofeos.
Pese a ello, opina que el mejor legado es haber inspirado a sus cuatro hijos. Malena, Mario y Alexandra destacaron en el tenis a nivel local. Alfredo júnior fue uno de los pioneros del “downhill” (prueba del ciclismo de montaña) en Ecuador.
A criterio de Juan Carlos Bosmediano (44 años), doble medallista olímpico máster, Alfredo es un ejemplo para muchos ciudadanos que se conforman con una vida sedentaria. El septuagenario participa además en pruebas de ciclismo de montaña, se mantiene sano y en forma. “Es un joven de la tercera edad”, señaló.