La autora, quien ganó el premio polaco ryszard-Kapuściński en 1996, dice que a los bielorrusos aún les queda contar su historia
Svetlana Alexievich, la escritora de una tragedia cuyas voces fueron postergadas
La obra de Svetlana Alexievich (Ivano-Frankovsk, URSS, hoy Ucrania) gira en torno a la tragedia porque -considera- es nuestra forma de vida. En 1980 escribía un libro sobre la guerra. ¿Por qué? -se preguntaba a sí misma- “Porque somos gente de guerra. Siempre estamos en guerra o preparándonos para una. Si alguien mira de cerca, notará que todo lo pensamos en términos de guerra”.
Dice tener tres patrias: Bielorrusia, el lugar natal de su padre y donde ha vivido toda su vida; Ucrania, el país donde nació, igual que su madre; y la gran cultura rusa, sin la cual no se imaginaría a sí misma. Aunque “los rusos no entienden de libertad”. Aunque “las dos palabras más importantes de Rusia son guerra y prisión”.
Entre esos territorios marcados por la guerra y la tragedia habitan las voces que persiguen a Alexievich. Su trabajo es recorrer y documentar para escribir. Siempre le dicen que lo que hace no es literatura, que lo suyo es documentar. “¿Qué es la literatura hoy en día?”, se preguntó durante su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura 2015.
“¿Quién puede contestar esta pregunta”, insiste y responde: “Pensamos más rápido que nunca antes. El contenido se forma de rupturas. Todo se desborda: música, pintura, incluso las palabras en documentos se escapan a los límites del documento. No hay fronteras entre la realidad y la ficción, desembocan la una en la otra. Al contar una historia los humanos crean, luchan como escultores tallando el mármol. Son actores y creadores”.
La obra de Svetlana Alexievich está secundada por voces que no han sido escuchadas. En las personas pequeñas cuyo sufrimiento -dice- las engrandece.
“En mis libros, estas personas cuentan sus propias historias y la historia grande es contada en el camino. No hemos tenido tiempo para comprender lo que tenemos y lo que todavía nos está pasando, solo tenemos que decirlo. Para empezar, debemos al menos articular lo que pasó. Tenemos miedo de hacerlo, no estamos haciéndole frente al pasado”. (I)