Sabrina Duque narra el Minas Gerais oculto, el de la tragedia
¿Qué ocurre con las personas después de los desastres? ¿Qué sucede cuando los periodistas se van de los ‘sitios afectados’? ¿El lugar que llegó a la pantalla a través de la desgracia está condenado al olvido? El seguimiento a una población que se levanta de los escombros es algo que escapa de la inmediatez, pero queda en la memoria.
La periodista guayaquileña Sabrina Duque ha contado historias diversas, en varios ámbitos y, sobre todo, en dos lenguas, la castellana y la portuguesa. Una tragedia brasileña en Mariana (Minas Gerais) preocupó a la cronista, quien regresó al sitio que fue sepultado por deslaves que provocaron las mineras. “Brasil es un país que tiene cosas que se ocultan en la luz. El eje Río-São Paulo es un consenso entre quienes son de esas ciudades como una forma de invisibilizar al resto de lugares de Brasil”.
La industria del sur brasileño, su frío e influencia del español son otros rostros del país de las postales carnavalezcas que fascinaron a Sabrina, tanto como los campesinos del nordeste, un desierto que ella compara con la sequía del Manabí profundo. La tierra se agota, los ríos desaparecen y los brasileños migran, recorren su nación-continente y su heterogeneidad suele quedar por fuera de los medios de comunicación.
→En un año, 40.000 millones de litros de lodo tóxico mataron a 19 personas y se esparcieron a unos 650 kilómetros de una represa de desechos mineros. Foto: Antonio Cruz / Folha de S. Paulo
Sabrina Duque reside en Nicaragua después de haber vivido en Brasil y Portugal, donde escribio los perfiles de Cristiano Ronaldo y Vasco Pimentel. En Ecuador se publicó Lama (Turbina Editorial, 2017), una crónica-libro sobre Mariana. ¿Qué significa la palabra crônica en portugués?
Ella responde que son columnas, opiniones. Por tanto, el género del que hablaremos es mejor llamarlo periodismo narrativo, ese que tiene detrás un reportería amplia, como la que ella hizo en Minas Gerais.
Lama queda como un testimonio de la influencia que la dejó trabajar en dos lenguas. Lama es el barro, lodo que permanece sobre las cosas después de un deslave, marcándolas, dejando la huella del mal tiempo sobre ellas.
Una de las consecuencias mediáticas de sucesos como los terremotos fue que se desempolvaran palabras como resiliencia: la capacidad de recuperarse, adaptarse ante las adversidades. Palabras poco habituales, procesos en que el paso del tiempo y la distancia de los recuerdos suelen madurar las perspectivas después de que se secan las lágrimas y en los cuales las mujeres-madres-maestras son trascendentales, como lo fueron en Mariana.
“Hay quienes se dedican a ser articuladoras de movilizaciones, mientras que otras son guardianas de sus familias. Paula -la heroína de la historia, Paula Geralda Alves- es una líder comunitaria porque su acción espontánea la puso en ese lugar y la gente la busca, pero también cuida de los suyos. Otras están ocupadas exclusivamente en salvaguardar la salud mental de los suyos”, explica la autora para recordar que los suicidios le suceden a los desastres naturales. La rutina, trabajo, vida de las víctimas se trastoca y no todas están preparadas para levantarse.
Tres hombres se suicidaron en Marianas y sus viudas asumieron los papeles que dejaron los ausentes, incluyendo el derribamiento de barreras legales en una gesta que -cuenta Sabrina- es menos visible que la de los hombres. “Ellas te dan los matices de una historia, describieron los detalles previos al día del desastre: la lejanía aparente del sol, la desaparición de las nubes, el viento también extraño, sus pálpitos...”.
Mientras que Sabrina Duque entrevistaba a sus personajes hubo mujeres que recordaron haber atado a sus mascotas sin saber que iban a terminar enterradas.
La mayoría de ellas estaba en sus casas el 5 de noviembre de 2015, día en que ocurrió lo que el diario Folha de S. Paulo llamó la maior tragédia ambiental do Brasil.
Pero el testimonio que más conmovió a la reportera ecuatoriana no fue el de otra mujer sino el de un campesino, seu Valdir -Valdir Pollack, agricultor que conoció por los relatos de su asesor de tesis-, y cuya finca de árboles frutales inició en los años 80. Después del paso de Lama, él trataba de recuperarla, poco a poco, para restablecer el ecosistema.
“Pero sabe que nunca va a comerse los frutos -jabuticabas, umbú, pitanga- que ha plantado después de la tragedia. Sembrar se convirtió en un asunto de permanencia pero también de certeza sobre el fin: la tierra dejó de ser lo que era. Seu Valdir tuvo que empezar de nuevo, con 70 años, a décadas de la primera vez que contribuyó con la alimentación de sus vecinos en una fuente que parecía inagotable”.
Sabrina tuvo compañía mientras hacía la reportería que dio lugar a Lama. Viajó con Bruno, su hijo, que acaba de cumplir 5 años. Antes de llegar le preocupaba que el niño no viera cómo se cultivan las frutas que aparecen brillantes, lavadas en los supermercados y, al estar allá, la reconfortó que, después de las tristezas, uno de los dos perros de seu Valdir -Negrito y Amarillo, Pretim e Amarelim- corretearan alegres mientras él mantenía su imaginario de campesino recio que solo mostraba conmoción cuando hablaba de su viudez.
“Los gauchos jamás enferman, no sienten dolor y no lloran” suelen decir los campesinos del interior brasileño a quienes Sabrina describe como unos vaqueros particulares, sin sombrero. Entonces recuerda a los alemanes que se refugiaron en el sur de Brasil en la primera mitad del siglo XX, migrantes resistentes que viajaron por necesidad. Las persecuciones labraron el carácter de las generaciones futuras en un crisol que oculta el dolor.
La cronista ahora escribe literatura de viajes sobre Nicaragua, relatos que transcurren entre los volcanes activos de ese país centroamericano. “La relación de la gente con esos volcanes es atrevida y peligrosa (...) Hay personas que hicieron casas sobre el lugar en que pasaron ríos de lava”. La autora recorrió el país de sur a norte, llegó a la mitad de los volcanes, a los demás llegará pronto y aún está sorprendida de conocer lagunas que son como leones dormidos, que se mimetizan con el paisaje y ese pensamiento mágico que a los latinoamericanos nos hace pensar que las tragedias solo pertenecen al pasado. (I)
Traductora
La cronista ecuatoriana
→Sabrina Duque (Guayaquil, 1979) fue finalista del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, categoría Texto, en 2015 por haber escrito el perfil Vasco Pimentel. El Oidor que publicó la revista peruana Etiqueta Negra. También es traductora.
5 de noviembre de 2015 fue la fecha en que ocurrió el desastre ambiental en Marina, Brasil.
La ingeniería no es suficiente
→En Bento Rodrigues, poblado de Mariana destruido por la lama, la minera Samarco , propiedad de Vale e BHP Billiton, construyó un dique que aísla parte del terreno en lugar de remover el lodo.