Katya Romoleroux, Álvaro Manzano y Juan Valdano recogieron el premio Eugenio Espejo en el Salón Amarillo
En una ceremonia formal, corta y austera, el presidente de la República, Lenín Moreno, entregó este 16 de septiembre el máximo reconocimiento que ofrece el Ecuador a sus mejores hijos en los campos de la Ciencia, la Literatura y el Arte.
En el acto estuvieron presentes el Jefe de Estado; la primera dama, señora Rocío de Moreno; el ministro de Cultura, Juan Fernando Velasco; la secretaría Jurídica de la Presidencia, Johana Pesántez; una parte de la Orquesta Sinfónica del Ecuador; un puñado de invitados (entre familiares de los premiados); y los distinguidos ganadores: la botánica Katya Romoleroux, el director Álvaro Manzano y el escritor Juan Valdano.
El Ministro de Cultura esbozó al inicio del acto los entresijos de una premiación que pudo no haberse realizado por la compleja situación del país, debido a los efectos de la pandemia y a sus inevitables consecuencias económicas, sin embargo, ponderó la vehemencia del Gobierno al solicitar que no se suspendiera tal reconocimiento debido a que "era más necesario que nunca".
Seguidamente, el ministro Velasco parafraseó a ese gran hombre ecuatoriano, Eugenio de Santa Cruz y Espejo: "La razón es una antorcha que alumbra a todo ser espiritual, que da colorido e ilumina a las operaciones del alma", locución con la cual elogió el trabajo de los galardonados al hacer un paralelismo entre el legado de Espejo y el de ellos en beneficio del país.
La premiación de hoy, 16 de septiembre de 2020, es la cuadragésima quinta (45) que se realiza desde que se instituyera en el año 1975 los premios Eugenio Espejo, cuando el galardón recayó en el escritor, diplomático y promotor cultural Benjamín Carrión.
Este año hubo 199 postulaciones de las cuales nueve llegaron a últimas instancias en sus tres categorías: Arte, Ciencia y Literatura.
Luego de las palabras del Ministro, la secretaria Jurídica de la Presidencia, Johana Pesántez, dio lectura al Decreto Ejecutivo 1124 que otorga el máximo reconocimiento que hace el Estado ecuatoriano a estos tres ganadores.
A continuación se hizo la entrega de las medallas y los diplomas a los ganadores, actividades que estuvieron a cargo del Presidente de la República y del Ministro Cultura. Posteriormente fue el turno del escritor Juan Valdano, quien agradeció en nombre de los premiados y en un discurso corto pero sentido resaltó la pregunta retórica que se hiciera Eugenio de Santa Cruz y Espejo, en 1792, en uno de sus textos publicados en Primicias de la Cultura de Quito "¿Quiénes somos los ecuatorianos?".
El escritor parafraseó al ilustre médico quiteño que da nombre a este premio: "Deberíamos asumir el hecho de que ser ecuatoriano es ante todo un acto de fe. Si bien afirmo mi identidad nacional, mi pertenencia a esta tierra, sin embargo, más allá de lo adjetivo no sabría explicar en qué radica lo ecuatoriano. Ser ecuatoriano es un sentimiento y es también una intelección nebulosa que no logramos asir del todo".
Luego hizo un pequeño recuento de las interrogantes que se hacía el escritor quiteño que da nombre a este premio y manifestó: "En el conocimiento propio del origen de nuestra felicidad en este paulatino y socrático proceso de conocerse a sí mismo, Espejo partió de la nada halagüeña constatación al decir que vivimos en la más grosera ignorancia, en la miseria más deplorable". Y siguió: "Espejo se impuso la tarea de desenmascarar a indoctos que pasaban por sabios, a rufianes que se proclamaban honorables y a hipócritas que llevaban la máscara de sabios. El ríspido escritor Espejo se ganó así la antipatía del poder".
Más adelante dijo, evocando a Espejo: "El nivel de civilización de un pueblo se mide por la riqueza de su experiencia intelectual".
Finalmente, tomó la palabra el Presidente de la República quien felicitó a los "estimados ganadores. Felicitaciones, aún tienen mucho que ofrecer a este país que los abraza por sus maravillosos logros".
En una parte de su discurso el Presidente elogió la música al manifestar que sin esta "el mundo sería un error; el arte es una manifestación de gratitud con respecto a la vida misma". También dijo que de la crisis surgen oportunidades, y que haciendo un paralelismo podría decirse que del dolor se aprende porque el dolor nos deja enseñanzas como la solidaridad, la disciplina, las prioridades; la salud, el medio ambiente y por supuesto, la ciencia, la tecnología y el arte, que permiten "sumergirnos en el conocimiento profundo". (I)