“Pescador” deja caer su red en cines del país
Hoy se estrena en todo el país la película “Pescador”, de Sebastián Cordero, que llega a las salas de cine después de un viaje exitoso por varios festivales. En el de Cartagena, Andrés Crespo obtuvo el premio a mejor actor; y en el de Guadalajara, los galardones fueron a la mejor dirección y, también, mejor actor.
El filme está basado en la crónica “Confesiones de un pescador de coca”, de Juan Fernando Andrade, que narra un caso real ocurrido en un pueblo de la costa ecuatoriana.
Empieza cuando un grupo de pescadores encuentra un cargamento de cocaína que les cambia la vida, aunque sea fugazmente. Blanquito (Andrés Crespo) quiere aprovechar la buena fortuna que le ha caído de repente para escapar de la dura vida en el poblado y decide ir a Guayaquil para conocer a su padre, ahora que tiene dinero.
Pero para cumplir este propósito necesita un apoyo femenino y le propone a Lorna (la actriz colombiana María Cecilia Sánchez) que lo acompañe en su viaje, haciéndose pasar como su novia. También le cuenta que su segundo interés por ir hasta la ciudad es vender la droga.
Ella acepta y a partir de aquí la película se desarrolla como una road movie, mostrando lugares del Ecuador que son parte importante de la narración.
Las actuaciones son relevantes, Crespo, de la mano del director, consigue una caracterización muy convincente. De igual manera el trabajo de María Cecilia Sánchez y Carlos Valencia le da al filme mucho relieve. La sorpresa es la actuación del pintor quiteño Marcelo Aguirre, que hace de un malo muy creíble.
La película tiene momentos especiales que son remarcados por la excelente música, cada cambio en la narrativa se consigue a través de una canción o ritmo especial. La fotografía también merece destacarse.
Se podría decir que la anécdota, (la droga) solo le sirve al director para retratar las reacciones ante la repentina riqueza de gente que hasta el momento de encontrarla había vivido solo de la pesca y luego los vemos en una fiesta continua, derrochando dinero. Y el propio director lo señala cuando dice que no le interesó tanto “el elemento narco de la historia, sino saber cómo la gente del pueblo reaccionaría ante dicha situación”.
El filme se rodó en El Matal, Manabí, donde ocurrió el suceso, a punta de cámara al hombro, usando la luz disponible, planeando cada escena de acuerdo con la posición del sol, con tomas largas y mucha improvisación, dejando que la historia dictara sus reglas.