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El Telégrafo
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“La canción como el bolero es una crónica sentimental”

“La canción como el bolero  es una crónica sentimental”
13 de mayo de 2013 - 00:00

Entrevisté al gran compositor cubano César Portillo de la Luz después de que cumpliera 90 años en 2012, cuando no sabíamos que su fallecimiento se produciría pocos meses más tarde, hace 9 días.
La última conversación fue después de salir del hospital, donde estuvo atendiéndose por un problema pulmonar. El vate vivía en la zona habanera de Playa, protegido por su fiel perro pastor alemán, rodeado de trofeos, premios...

Constantemente dialogamos de música y de la cultura local. Antes siempre terminábamos discutiendo acaloradamente, pero al final he tenido que darle la razón, porque fue un sincero defensor de lo cubano.

¿Portillo, cómo va su salud?

Fui ingresado por problemas de la respiración, pero voy luchando contra reloj. No me quejo, estoy lúcido.

¿No recibe periodistas?

No recibo al que no tenga que recibir, no quiero que me invada nadie. No necesito popularidad. Cuando cumplí 90 hice constar que no quería felicitaciones públicas. Quizá tenga que morir para que hablen bien de mí. Estoy solo en el pelotón, donde nadie se rinde. Discuto sobre la sinceridad, sustento la verdad para el mejoramiento de la cultura.

Pasemos a la música. ¿Cómo ve el movimiento musical actual?

Hay una moda de la llamada “fusión”, una patente que usan algunos para evadir lo auténtico nacional, donde está la verdadera riqueza. No tenemos que esperar lo cubano solamente con el tambor. Debemos buscar lo nuestro, para tener nuestra fisonomía propia.

¿Usted ha dicho que a la música actual le falta fisonomía?

La música se determina por los géneros. El danzón, por ejemplo, tiene un formato instrumental clásico. Cuando no se compone dentro de un marco, el resultado es amorfo. Sin género no hay afirmación musical. Yo le dije al trovador Silvio Rodríguez: “Tu obra eres tú”. Él tenía influencia de Los Beatles y fue capaz de evolucionar. Hay muchos que ponen sus ojos en la música foránea, especialmente en el jazz, otros en la onda mercantil y desperdician la genuina música cubana que siempre ha llenado bolsillos de los empresarios extranjeros. Cuba tiene la mayor mina de oro de la música en esta zona del planeta, eso se sabe bien y nadie lo discute.

¿El movimiento feeling que se acerca a los 70 años tuvo influencias internacionales?

Los filineros amaban la música de valores en cualquier parte, reconocimos el jazz, pero asumimos la herencia de la llamada trova tradicional. A la larga hicimos la canción cubana de nuestro tiempo.

¿Frank Sinatra es su preferido?

No es mi preferido, sino mi distinguido. Por más de medio siglo reafirmó su maestría. Todas las culturas tienen su forma de canción y él logró eso en su estilo. Le dediqué una canción titulada Forever Frank.

¿Quiénes fueron los intérpretes más renombrados de sus temas?

Fernando Fernández de México comenzó a difundir mis canciones por diferentes disqueras. Después me insertan en unas diez películas mexicanas. Otros intérpretes renombrados en el exterior: Lucho Gatica, el rey de la interpretación bolerística en América Latina. Andy Rusell, el Trío Calavera, Nat King Cole, quien tocó Delirio en forma instrumental con arreglo de Chico O’Farril. La Orquesta Sinfónica de Londres, Plácido Domingo, Caetano Veloso, Nana Caimé, Gilberto Gil, Cristina Aguilera, Luis Miguel. Por Cuba los más destacados: Elena Burke, Omara Portuondo, Pepe Reyes, Miguel de Gonzalo, Orlando Vallejo y Roberto Faz con el Conjunto Casino.

¿Cómo fue aquel encuentro tan sonado con Lucho Gatica?

Eso fue entre 1956 y 1957, en el cabaret Sans Soucí; el choque no fue tan sonado, la prensa especuló con la polémica. Él llegó con su director musical, José Sabre Marroquín. Le expuse que había cambiado una frase en la canción Delirio, frase que después Luis Miguel también mantuvo en su grabación de Delirio. Por suerte mis canciones son como esos muñecos que los tiras y siempre caen bien.

¿Por qué muchos cantantes cambian la letra de las canciones?

Porque no conocen la canción a fondo, no la investigan para conocer el texto exacto y su dramaturgia que es tan esencial. No hay canción sin una dramaturgia, la canción como el bolero es una crónica sentimental, y hay que dar todo eso en solo tres minutos.

¿Cómo fue su experiencia en el cabaret Sans Soucí, uno de los más famosos de Cuba?

Alterné con Rolando Laserie y el cuarteto Las D’Aida, junto a mi grupo. Uno de los dueños del cabaret era Santos Traficante, quien se enamoró de la canción Delirio.

¿Cómo era Santos Traficante?

Muy atildado y fino, no se notaba que era un mafioso; ellos eran muy cautelosos, andaban en negocios muy comprometidos con el juego de casinos en La Habana.

¿De qué manera logra, en su primera etapa (1946), escribir sus canciones más famosas?

Contigo en la distancia fue un momento de fluidez de ideas, de inspiración, con esa canción toqué la flauta. Generalmente las mejores creaciones se alcanzan en plena juventud, cuando la vida es de rosa y de ilusiones, cuando la espontaneidad es plenamente libre.

¿Tiene alguna preferencia con sus canciones?

No tengo preferencias, aunque las dos canciones emblemáticas mías son Contigo en la distancia y Delirio, son las que más agradezco, me han dado mucha popularidad.

¿Noche cubana está muy ligada a la bohemia?

Es una exaltación poética a la noche cubana; en ella se me antojó ver la noche como una mujer negra, con su tropicalismo vigente en Latinoamérica, como fueron las canciones de Gabriel Ruiz Noche, y de Gonzalo Curiel Vereda, tropical. Aunque te digo que yo no era un adicto tan fuerte a la vida nocturna, éramos muy pobres, nuestra bohemia fue el feeling callejero y de tertulias caseras en el Callejón de Hamel y en otros recintos.

Pasemos a México, ¿qué recuerdos tiene de ese país?

Perdí la cuenta de mis visitas allí, he tenido amistades diversas: Mario Ruiz Armengol, Vicente Garrido, José Luis Caballeros, Los Tres Ases, Cardini, el dueño del cabaret donde cantó varias veces Bola de Nieve.

¿Cómo recibieron los chicos del feeling el estilo de Agustín Lara?

La influencia fue a través de su obra, más que por su estilo; aunque el vate nos demostró que con pequeña voz se pueden decir muchas canciones. Lo conocí de vista, no personalmente.

¿Qué participación tuvo en la Asociación Musicabana, que tanto defendió sus derechos de autor?

Fui el que la bauticé, pero por discrepancias en su funcionamiento me salí del proyecto, aunque continúe colaborando.

¿Hábleme de Elena Burke y José Antonio Méndez?

Elena tenía una voz y un timbre muy especial con su registro grave envidiable. Lograba una comunicación asombrosa, pudiera haber sido también una gran actriz. José Antonio fue mi gran compañero de mil batallas; en los fracasos y las esperanzas fuimos como una familia, los caballos de la Troika del feeling. Los dos que más trascendimos profesionalmente con sus composiciones, como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés en la Nueva Trova.

¿Cómo llegó al Callejón de Hamel, “cuartel general” del feeling?

Yo había tocado con Estaban Pons y Luis Llamart, en un trío al estilo de Los Tres Ases y transfiero ese repertorio a los hermanos Tirso Díaz (hijo) y su hermano Angelito Díaz, donde se gestaba el feeling, en el Callejón de Hamel, No. 1 108 (altos). El feeling nos aportó una tremenda libertad en el tratamiento de las letras acompañados por la fiel guitarra. En esas reuniones se cantaba, se estudiaba y jugábamos dominó.

¿Usted nunca ha bebido alcohol?

Le hago rechazo orgánico a la bebida, aunque tengo cultura alcohólica; conozco cómo se quita una borrachera: se toma una limonada con sal, lo practiqué con muchos compañeros.

¿Qué recuerda del feeling?

Toda la gran música cubana, el tango, los mariachis, las canciones francesas y estadounidenses que llegaban a través del cine.

¿Y de su niñez y temprana juventud qué me cuenta?

Tengo una herencia musical fuerte, eran los tiempos de las pianolas con cilindros, eso de lo digital es de ahora, cuando aquello todo era a la antigua. Entonces disfrutaba de los ensayos de un septeto de sones que estaba de moda y cantaba canciones trovadorescas. Una tía me hacía cantar. También alternaba mi juventud dentro del deporte (béisbol), igual me gustaba el boxeo. En aquellos tiempos no había trabajo y tuve que pintar casas con la brocha gorda.

¿Vamos a hacer un recuento de sus premios?

Me otorgaron el Premio de la Academia Iberoamericana para la Ciencia y las Artes de la Música de España, 2004. El Premio Nacional de Música 2004. Aunque mi mayor premio es la comunicación con el público, sin ellos no me hubieran dado estos galardones.

¿Qué hacía en estos tiempos?

Sigo haciendo canciones, estuve preparando un cuaderno de poemas naif, y siempre hago donaciones a la Salud Pública de Cuba.

generó el “Filin” (Feeling). Éste venía a ser la manera de interpretación del bolero influenciada por el jazz.

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