Juana Salabert publica su novela "La faz de la tierra"
La familia puede ser un regalo, pero a veces cargado de veneno. Eso, y mucho más, encierra la nueva novela de Juana Salabert, "La faz de la tierra", una narración con los malos tratos de por medio, la crisis, la infancia o la amistad, y en la que deja claro que "hay silencios que no deberían existir".
Juana Salabert (París, 1962) novelista, traductora, crítica y una de las voces más hondas y comprometidas, como ha demostrado en anteriores títulos como "Velódromo de invierno" o "El bulevar del miedo" (Premio Fernando Quiñones), vuelve con un aire más intimista, pero sin olvidar el aquí y el ahora.
"Todas mis novelas tienen un tiempo histórico y ésta está ambientada en 2007, al principio de la crisis, y puede ser más intimista porque lo marca el argumento, pero yo necesitaba hacer esta novela", explica Salabert en una entrevista con Efe.
Y es que "La faz de la tierra", publicada por Alianza, es una narración que presenta el maltrato en medio de una familia plagada de demonios bajo la alfombra.
Ela es la joven protagonista de la historia, una treintañera que pasó la beca Erasmus en Berlín y que se encuentra en coma tras sufrir un accidente huyendo de su de marido: Álvaro, el chico más guapo de toda la zona "y del mundo", débil y maltratador, hijo de una familia de buena posición que se hizo rica gracias a la burbuja inmobiliaria y que ahora sufre las consecuencias de la crisis.
En torno a esta circunstancia, Juana Salabert, que reside en Madrid, traza una historia coral, con todos los personajes de la familia, en un narración con varios tiempos y que adquiere, a veces, una lectura de duermevela, entre sueños, por donde desfilan los silencios, los verdaderos traumas, las pasiones y las frustraciones.
Pero, si hay algo que llega a través de la letra al lector, son los moratones causados por los golpes.
"Del maltrato se ha escrito poco -explica-, aunque sí se han filmado muy buenas películas, como la de la española Icíar Bollaín ("Te doy mis ojos", 2003), pero la ideología machista no ha desaparecido, desgraciadamente, y nos impregna mucho; y, además, tenemos una idea un poco falsa de que esto ocurre más entre parejas marginales, y no es así, esto pasa en todos los sectores de la sociedad y en todas partes del mundo.
Salabert considera que la familia esconde muchos demonios y que, a pesar de que es necesaria, siempre está basada en un poder de jerarquía que puede fallar. "Lo único que puede funcionar en la pareja es la alternancia de poder, porque siempre hay uno más fuerte y otro más débil, y luego hay modelos que se copian de los padres que se deberían resolver y entender".
"En realidad, me gustaría -aclara-, y eso que a mí no me gusta mandar mensajes, que el lector tuviera claro que hay silencios que no deberían existir. Hay conflictos, zonas oscuras y faltas que uno debería encarar en su vida como individuo y como grupo", subraya esta autora, finalista del premio Nadal con "Arde lo que será".
Pero "La faz de la tierra" también trata las relaciones de amistad y la infancia, y no como paraíso, sino como lugar donde hay cabida para los insultos, la soledad, los problemas de tartamudez o de gordura.
"La faz de la tierra", situada en el territorio imaginario de "Finis", una mezcla de puzzle geográfico hecho con trozos del sur de Francia, el País Vasco y Cantabria, se puede sintetizar en la cita de Tolstoi de uno de sus personajes: "Todas las familias felices se parecen, mientras que las infelices son desgraciadas a su manera"