La idea de la Pachamama es la base del pensamiento andino
Los pueblos originarios de los Andes concibieron a la Tierra como una madre, pues consideraban que les había provisto de todo lo necesario para vivir.
Por ello la honraron y trataron con respeto, entendiendo que el bienestar dependía de un armonioso equilibrio entre los seres humanos y los otros seres del planeta, los cuales tenían su propio espíritu.
Eso significaba esforzarse en cuidar la tierra, el agua, las plantas y los animales. Así, el ser humano adquirió una responsabilidad como guardián de la Tierra y su cultura se basó en las enseñanzas de la Pachamama, por lo que la práctica espiritual era su modo de vida.
Además de la unión entre ser humano y naturaleza, las sociedades originarias también tuvieron una estrecha relación con los antepasados y los dioses.
Por ello concibieron la existencia de tres mundos: el Hanan Pacha, lo exterior o celestial, conformado por los astros; el Uku Pacha, el inframundo o mundo de las profundidades donde se encontraban los espíritus de los difuntos; y el Kay Pacha, lo terrestre, donde habitaban los seres vivos y lo que separaba y conectaba ambos planos.
Así consta en la publicación Ecuador, Hitos de su pasado precolombino, de Santiago Ontaneda.
Volcanes, montañas, ríos y cascadas eran lugares que permitían la comunicación entre esos mundos. Con este fin, los antepasados elaboraron objetos en materiales cargados de espiritualidad y poder simbólico.
Utilizaron piedras preciosas y semipreciosas como lapislázuli, turquesa, obsidiana, cuarzo y esmeraldas, metales como oro, plata, platino y cobre. También era frecuente el uso de la concha spondylus.
Los objetos son todo lo que queda del pensamiento antiguo, son evidencias de ritos, reuniones, fiestas, funerales, mitos.
Fueron utilizados en eventos ricos en simbolismo, que eran acompañados de canto y ritmos. Los líderes políticos y religiosos utilizaron estos objetos como distintivos para entrar al mundo de los espíritus. (I)