El principal auditorio del Centro Cultural está lleno y un moderador ha calificado el tono del conferencista como “hipnótico”. El periodista Julio Villanueva Chang ha convocado a una audiencia conformada por periodistas, pero también por otros lectores.

En la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) se lleva a cabo una Feria del Libro dedicada a la crónica y el título de la charla es un verso de Walt Whitman (1819-1892): Cualquier insecto es una explicación.

El editor peruano de la revista Etiqueta Negra ha paseado su método de escritura y edición por varios países y, en una mesa de diálogo previa, ha tratado Género, ecología, derechos humanos y migración, junto con las periodistas Gabriela Ruiz, Marcela Noriega y Gabriela Toro.

“Hay que darse cuenta para quiénes publicamos nuestras historias”, sostiene Villanueva, porque lo escrito, en su mayoría, puede sonar “ajeno y remoto”: “a casi nadie le va a importar lo que publicamos; partir de eso nos ayudará a superar la superioridad moral de la historia”.

El que se trate la impunidad, los derechos, violencias o migraciones, por sí solo, no genera un público, insiste el maestro de periodistas que, alguna vez, fue profesor escolar. Y su conferencia tratará sobre la forma de captar el interés de lectores que, por naturaleza, son “enigmáticos, traidores e infieles”.

“La poesía fue el antecedente de su oficio en la crónica”, explica Noriega. “De otra manera, ¿cómo hablar de lo que otro siente, sin sentirlo desde las tripas?”. Así explica la postura ética del entrevistador-investigador mientras hace reporterismo. Es decir, el trabajo de campo, lo que no se verá en los periódicos y revistas, pero se sentirá, será el fondo de todo.

La terminología de las redacciones (palabras como fuentes, testimonios, ejes) se define en los talleres de la feria, que han dictado el argentino Javier Sinay, el mexicano Emiliano Ruiz Parra y el español Aitor Arjol.

Villanueva Chang concluirá el ciclo académico el fin de semana, con el título “De cerca nadie es normal”.

Distinguirse del activismo
Con experiencia en prensa escrita, el freelance y el equipo del medio digital La Periódica, Gabriela Toro ha contado en la PUCE que prefiere definirse periodista antes que activista, lo cual no la aleja del feminismo.

“De lo que se trata es de informar bien sobre temas complejos, eso es un ejercicio de problematizar temas como los derechos, y eso no debe estar marcado por la corrección política”, señala la autora de una perfil sobre una víctima de violencia de género, Vanessa Landínez.

Ruiz, por su parte, publicó “Los ríos de Santo Domingo huelen a mierda” en el medio digital La Barra Espaciadora, una investigación sobre los efectos contra el ambiente que causan empacadoras de alimentos como Pronaca en territorio tsáchila.

En una entrevista con este diario, Sinay (autor del libro Camino al Este) explica que “las demandas de género son importantes porque permiten sacar a la luz historias que están ocultas, tapadas en un orden que naturalizamos, el machista o patriarcal”.

Pero el criterio del periodista bonaerense -que ha cubierto crímenes y hecho un viaje para narrar el amor y las relaciones en Europa y Asia- no va en un solo sentido: “hay demandas que imponen cierto corsé a la hora de escribir; el movimiento feminista es tan fuerte, expansivo, que naturalmente busca imponerse, influenciar en el modo de escribir”.

En Argentina hubo una importante campaña para reemplazar el término “crimen pasional” por el término “feminicidio”. Se trata de una batalla lingüística: “las palabras encierran ideas y visiones del mundo”, considera el autor del libro Sangre Joven. Y el debate sobre las concepciones y derechos también llegó a la ley. En Argentina y Ecuador, el femicidio está penado.

“Estoy de acuerdo con estos debates pero, a la vez, tiene que haber libertad para escribir y, después, hacerse cargo de lo que significan las palabras”, concluye Sinay.

Desde las 17:00 de hoy habrá charlas de periodistas como Yuliana Marcillo o María Fernanda Mejía. (I)