“El cine ha crecido bajo el reto de la carencia”
Cuba salió “artísticamente reforzada” de los duros años 90 cuando los creadores de la isla crecían “bajo el reto de las carencias” durante el “período especial”, la devastadora crisis económica surgida tras el derrumbe de la Unión Soviética. Al fin y al cabo –dice la actriz cubana Laura de la Uz- “el cine no depende del dinero tan solo, pero sí de las ganas y la necesidad de expresarse de una sociedad”.
Cuba ha sido, desde el triunfo de la Revolución, cuna de grandes creadores, como el fallecido cineasta Tomás Gutiérrez Alea (Muerte de un burócrata, Fresa y Chocolate, entre muchas otras películas). Y de la Uz, a los 43 años, es uno de los mayores íconos del cine, el teatro y la televisión de la isla.
“En los 90, en la filmación del corto ‘Ellos también comieron chocolate suizo’ (del director Manuel Marzel), he llegado a hacer cine simplemente montada en una bicicleta bajo la iluminación de una sola bombilla”, recuerda la actriz en entrevista con EL TELÉGRAFO. Hoy hacer cine en Cuba “es duro y difícil, como en todas partes”, resume.
Nombre completo: Laura de la Uz
Profesión: Actriz de teatro, cine y televisión
Nacionalidad: Cubana
Educación: Escuela Nacional de Instructores de Teatro
Películas en las que ha actuado: Hello, Hemingway, Esther en alguna parte, Acorazado, Divina desmesura, y más.
Laura de la Uz desparrama simpatía y talento desde su aparición en Hello, Hemingway ,en 1990, dirigida por Fernando Pérez, su “descubridor”, hasta su último protagónico en La película de Ana, de Daniel Díaz Torres, en 2012, en la que interpreta a una actriz en crisis que se hace pasar por una prostituta con tal de conseguir un protagónico en un documental europeo. Por ambos filmes recibió el premio Coral del Festival de Cine de La Habana.
Los cubanos celebran cada una de sus apariciones en las “telenovelas” de turno de las 20:00, con papeles en los que saca a relucir su mejor veta de comediante, mientras en teatro es recordado su papel en “Delirio Habanero”, dirigida por Raúl Martín, que llegó a presentarse en Miami con gran éxito. En la obra interpreta nada menos que a Celia Cruz y cautiva con su voz. En el cine cubano Laura de la Uz es hoy una de sus grandes protagonistas.
Eres capaz de hacer reír y llorar cuando te subes a un escenario, ¿en qué género te sientes más cómoda, en el cine o en el teatro?
En los dos, me encanta reírme de mí misma y me encanta hacer reír a los demás y por otro lado, me encanta formar parte de historias que conmuevan y llamen la atención de la gente. Es algo que se puede hacer en los dos géneros. “La película de Ana” es un buen ejemplo de ello, te hace reír a carcajadas y te vas del cine con un sabor amargo y reflexionando sobre la realidad.
¿Cómo es hacer cine y teatro hoy en Cuba?
Duro y difícil, como en todas partes. Con la singularidad de que, a pesar de que todos los artistas en general hacen un sobreesfuerzo por estar a la altura de otras naciones y a pesar de que los artistas en Cuba gozamos de una excelente formación, recibimos como pago unos sueldos que no se condicen con la realidad, sobre todo si hablamos de cine.
¿El cine cubano podría sobrevivir hoy, en el marco de una dura situación económica, sin las coproducciones extranjeras?
Creo que la década de los 90 puso a prueba la capacidad de respuesta de los cubanos ante situaciones extremas. De hecho, hemos crecido bajo el reto de la carencia. Así y todo, Cuba ha salido artísticamente reforzada. En los 90, bajo nuestra más grande crisis, surgieron las primeras coproducciones extranjeras y gracias a ello pudimos seguir haciendo cine. Hoy en día es habitual que las películas cubanas sean coproducidas, pero estoy segura de que, llegado un caso extremo, seríamos capaces de volver a producirlas con nuestros limitados medios, más aún en la era digital. De hecho, en ocasiones he llegado a hacer cine simplemente montada en una bicicleta bajo la iluminación de una sola bombilla (en el corto “Ellos también comieron chocolate suizo”, de Manuel Marzel), lo que quiere decir que el cine no depende del dinero tan solo, pero sí de las ganas y la necesidad de expresarse de una sociedad. Más complicado sería la postproducción y distribución.
En los años 90 el documental independiente cubano “Secuencias Inconclusas”, de Amanda Chávez, denunció una serie de fallas en el instituto de cine cubano ICAIC. Actores y directores denunciaron casos de censura, mal pago y arbitrariedades. ¿Qué cambió desde entonces?
Fueron los 90 y no creo que haya existido peor momento que ese. Existían otras formas de pago, eso cambió, pero aún queda un trecho muy grande por recorrer, aún seguimos siendo mal pagados y es un punto neurálgico en todas las discusiones. Creo que, en sentido general, han variado muchas cosas, pero queda mucho, muchísimo por hacer y defender.
¿De qué manera el cine, en especial, y el mundo artístico en general, en Cuba puede acompañar el proceso de cambios que se observa hoy y que lleva adelante Raúl Castro?
Haciéndonos escuchar en los espacios con los que contamos. Es lo que ha sucedido recientemente con los directores y productores de cine cubano que se han reunido para plantear cambios y redactar y proponer una ley de cine para nuestro país, tan necesaria en estos momentos para proteger nuestro cine, para promoverlo, aceptando como cubano todo cine que se haga dentro de nuestro país, ya sea realizado por una productora independiente o por el ICAIC, buscando espacios de distribución serios para todas las películas.
¿Notas algún cambio desde que se inició el proceso de reformas, en especial en el ámbito de la cultura?
Aún no, ninguno. La única experiencia que he visto con cara a realizar cambios es la reunión de cineastas (que piden) por cambios contundentes en el desarrollo de nuestra industria cinematográfica.
¿Qué directores del cine cubano tomaron la posta de aquellos que hicieron grande al cine de la isla como Tomás Gutiérrez Alea?
Para mí, el referente más importante del cine cubano en estos momentos es Fernando Pérez.
¿Hay un nuevo cine cubano?, ¿en qué se refleja?
En las nuevas productoras independientes que han surgido y que han logrado trabajos de muchísimo valor como “Juan de los muertos”, de Alejandro Brugués, y “Melaza”, de Carlos Huerta.
¿Qué películas cubanas te han impactado en los últimos años?
Precisamente “Juan de los muertos” (primer filme cubano sobre zombies, de 2010) por su audacia y porque logró, a través de un tema muy comercial, hablar de la realidad cubana con un sarcasmo muy valiente.
“La película de Ana”, que aunque soy la protagonista, es una película de la que me puedo desligar y mirarla objetivamente.
¿En qué se diferencia el cine cubano del resto de América Latina?
Creo que hablar del cine cubano es hablar de una escuela de cine cubano. Los fundadores fueron los grandes cineastas de este país que junto con la fundación del ICAIC dieron un impulso muy importante a nuestro modo de expresarnos dentro del cine y más específicamente dentro del cine documental, como es el caso del maestro Santiago Álvarez. Esto es un estilo que aunque hayan pasado los años y hayan pasado por nuestras pantallas otras generaciones, siento que ese espíritu sigue despierto en algunas formas de hacer. Y, por otro lado, los cubanos nos sentimos orgullosos de ser herederos de esos grandes creadores de nuestro cine. Es algo similar a lo que sucedió con el cine en Brasil y en Argentina. Tuvieron grandes creadores o movimientos dentro del cine, que han dejado una marca, un estilo.
¿Cómo fue tu experiencia de actuar en Miami con la obra teatral Delirio Habanero?
Maravillosa, como en casa. Nada más aterrizar, todos los amigos se hacen presentes en Miami. Fueron funciones a teatro lleno con gente muy agradecida de que fuéramos a actuar allí. Fue emocionante e importante para desmitificar un poco el fenómeno Miami con el que hemos crecido y ya estando allí te das cuenta de que sí, hay muchos extremistas allí, como los tenemos aquí, pero que la mayoría de los cubanos viven para trabajar para alimentar a sus familias (las de allí y las de acá). Viven alimentando los mismos sueños que alimentamos nosotros en Cuba, la unión y la paz.
¿Cómo ves el futuro de tu país?
Lleno de posibilidades, de cara a la apertura, dando pasos con sensatez pero con necesidad de muchísimos más cambios, que estoy segura, llegarán.