Durante dos semanas trabajó una serie en ecuador
Denis Monfleur moldea la arqueología ecuatoriana
Denis Monfleur (Francia, 1962) lleva 30 años esculpiendo en piedras duras. Prefiere las superficies con mayor rigidez porque en ellas -dice- tiene total libertad para escoger las formas que quiere sin que el material se desgaste, son las que mayor posibilidad de brillar tienen y su deterioro no depende del tiempo, ni del clima.
En un taller de la vía a Samborondón termina de tallar la última figura de las 40 piezas que trabajó y diseñó a partir de las muestras arqueológicas que recorrió en Quito y Guayaquil. Viste pantalones de explorador, botas de lona, guantes de tela y usa mascarilla para protegerse de los residuos de la piedra que define. “En la escultura hay una virtuosidad manual”, dice el escultor. Su obra está condicionada por la figura, humana y animal.
La piedra permite que la definición de la forma animal y humana con la que trabaja oscile entre lo figurativo y lo abstracto. La anatomía humana en las piezas de Monfleur se vuelve ficticia. No hay estereotipos. En Europa lo califican como un escultor humanista. “La forma humana no es común a todos nosotros. Permite que uno entre en la obra, teniendo referencias que conocemos. Es conectarse con el espectador, no solo para observar sino para que pueda introducirse con su propia poesía en la obra”, dice el autor.
La colección que trabajó en Ecuador está compuesta por miniaturas, a pesar de que trabaja también en grandes monumentos, como se acostumbraba en las culturas prehispánicas de América Latina. Su afición por las estructuras domésticas parte de la idea de que generan mayor afición entre las personas.
En un período del arte contemporáneo en el que las escuelas artísticas desplazan la escultura de sus planes académicos y el mercado lleva como bandera el arte conceptual y lo experimental, Monfleur insiste en la forma. Insiste en tallar la piedra. Desde el inicio de su carrera artística ha lidiado con la imposición de dictaduras en el arte. En la década del 80 lo hizo con la imposición de lo abstracto como base de la escultura, hasta la aparición del movimiento ‘Figuración libre’, que integró y con el que se volvió a la figura. Toda su generación se liberó de la dictadura de lo abstracto. Para Monfleur, el arte es la búsqueda del lenguaje. (I)