Dentro de un galpón resalta un cuadro donde asoma un hombre de ojos grandes,  aspecto serio y un terno verde oscuro. Usa lentes trizados. Se trata de un político en el mundo artístico de Mateo del Pozo, el más joven de los tres pintores en formación que presentan sus trabajos en la muestra a la que han llamado “El burro de tres patas”.

Son 41 pinturas que se exponen en la galería y taller Pentasiete, que lleva dos años de funcionamiento y está ubicada en las afueras de Quito, al nororiente.

Mateo, de 17 años, también habló de religión y seleccionó al Papa como figura principal del tema. El color blanco predominaba en el cuadro con un rostro  desencajado.

A este trabajo se une el de Carlos Alberto, de 21 años, quien seleccionó los paisajes y motivos antropomorfos para su primera exposición colectiva. En sus cuadros de personajes predomina el café, mientras que en los paisajes prefiere los tonos vivos.

Carlos Alberto terminó la secundaria y ahora su misión es perfeccionar su técnica. Su sueño es ser pintor y al no encontrar una institución que lo forme en esa área, optó por acudir a Pentasiete.        

Gaspar Córdova, otro de los jóvenes pintores, prefiere retratar el cosmos, así que dibuja una lluvia de meteoritos, y agujeros negros. Combina colores fuertes y propone el tema porque se habla poco de ese mundo, que también forma parte de la naturaleza.

Él trabaja en la pintura pues está en contacto con las texturas y los colores de forma manual, sabe que puede usar la tecnología, pero se inclina por lo tangible. Gaspar pinta desde los 4 años.

Los tres jóvenes pasan alrededor de 8 horas diarias en Pentasiete perfeccionando técnicas, trazados y definiendo, sobre todo, su estilo, contó el profesor Daniel Espinosa (pintor y escultor), dueño de la galería.

La idea de Daniel, que ahora está dedicado a la gestión cultural, es ofrecer un espacio para promocionar a aquellos artistas ya consolidados en el mundo artístico, pero sobre todo visibilizar a esos creadores emergentes.

Las técnicas que se enseñan a los chicos no recurren a un formato académico o una malla curricular. Estas se aplican de acuerdo con la prioridad e inquietudes que plantean los jóvenes. “Dependiendo de sus necesidades exploramos la información. Si alguien dice quiero hacer una mano, entramos a ver anatomía, si quiere ver profundidad se ve perspectiva, la idea es que cada uno haga su proceso personal. Es más largo pero tenemos esa visión en la que existe una relación más directa entre el arte y el artista”, indicó el director.

La exposición “El burro de tres patas”, nombre escogido por los chicos y que refleja “su edad”, recoge los dos conceptos: la promoción de nuevos talentos y la creación de técnicas.

Es un proyecto piloto que consiste en que los creadores, además de pintar, realicen el trabajo de gestores culturales, es decir que se encarguen de la búsqueda de auspicios, planifiquen el montaje de la obra y promocionen la venta. “La idea es que sea una cuestión integral, que no solo hagan la parte bonita que es pintar, sino todo lo relacionado con la gestión”, añadió el director.

Los cuadros también se venden. Su costo va desde los 80 hasta los 600 dólares. Hasta el momento se ha vendido una obra de Gaspar Córdova. La exposición “El burro de tres patas” estará abierta hasta este sábado. Se atiende de 10:00 a 13:00 y de 15:00 a 19:00. Entrada libre.