Cuando la crónica es literaria... o anfibia
En el nuevo periodismo latinoamericano, el rigor de la información se ha “contaminado” con la pasión por el relato, dice Cristian Alarcón, editor de revista Anfibia, un espacio de crónicas latinas en la web.
Así define este periodista chileno a esa corriente que se ha regado por reconocidas publicaciones en todo el subcontinente. Pasa en revistas de carne y hueso, por llamarlas de alguna manera, como Etiqueta Negra o Gatopardo; pasa en revistas digitales, como Anfibia, a la que define como un espacio de crónicas y no ficción.
A la mesa que hablaba de periodismo anfibio también acudió Germán Gacio Baquiola, antropólogo argentino involucrado en proyectos editoriales y artísticos en Sudamérica, como Corredor Sur, alianza entre editoriales andinas presente en la FIL, donde el pasado miércoles se desarrolló este conversatorio.
Minutos más tarde, la escritora peruana Patricia de Souza llegaba para terminar de conformar la mesa, un poco retrasada porque acababa de asistir a la conferencia sobre biocapitalismo con el italiano Antonio Negri, en la Flacso.
En la primera ponencia, Alarcón explicó un poco cómo se había configurado el periodismo anfibio en la revista que edita. Este concepto se enseña en talleres organizados por la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). “Investigar es contar”, dice la web de Anfibia.
Además, hace hincapié en la necesidad de las redes sociales para difundir sus temas. Algo en lo que, admite, no creía antes de enfrentarse a su cargo como editor de esta revista digital, impulsada por la argentina Universidad de San Martín. Ese interés de utilizar herramientas de la web para difundir los textos de Anfibia -que rozan en un periodismo literario-, llevó, cómo no, a que se hablara de la literatura a través de medios digitales.
Empezó ahí un debate con los otros dos participantes, que no discrepaban del todo, pero tenían sus reservas. De Souza hizo énfasis en los criterios de selección. “¿Quién está autorizado a ser editor en Internet? No siempre hay manera de saber”, dice la peruana, y agrega que al haber muchos contenidos circulando en la web es también mucho lo que se pierde al momento de elegir.
Gacio contesta que ese no es un problema nuevo, que ocurre igual con los libros de papel. “En mis veinte años de lectura, no alcanzo a leer todo lo que se imprimió”.
Pero al mismo tiempo, el argentino y la peruana muestran algo de desconfianza sobre las estadísticas de lectura de la página de Anfibia. Que alguien abra la página no implica que la lea, argumentan. Alarcón explica que los índices mostraban que la mayoría de los lectores se queda en la página un promedio de 20 minutos.
Al final, el debate se pone socialista, cuando se preguntan en qué momento se lee. De Souza critica los horarios de trabajo de más de 40 horas semanales y Gacio explica que en Argentina el único momento que tiene para leer es cuando va en el “subte” y concluye: “Cuando alguien se hace un café en el micro en lugar de preparárselo en casa, ¿quién gana? ¿Esa persona o unos cuantos que se benefician de que la gente use menos tiempo para sí misma y más para trabajar?”.