“Bienvenido, número nueve”, conmover es el único camino posible para un libro
No es nada nuevo, desde luego. Diarios de enfermedad hay muchos, desde varios puntos de vista y con distintas intenciones estéticas y discursivas, según quien lo escriba. Si a esta constante —que el propio Juan Cabezas hace referencia en el prefacio de su libro— se le agrega la necesidad de mostrar algo, una reflexión o una experiencia ante el coronavirus, pues el interés se despierta y más.
Esto, en un sentido editorial, es aprovechar el trend o el contexto para que los libros lleguen a más potenciales lectores.
Por eso, libros sobre esta pandemia hay mucho. Ya sea desde reflexiones sobre cómo terminaremos como sociedad, hasta recuentos de cómo la enfermedad se ha ido desarrollando.
Y con esto, se cierra cualquier generalidad que se pueda decir sobre este tipo de libros. Un criterio obvio que de entrada debe dejarse de lado. Sí, con “Bienvenido, número nueve” (La Calle editores, 2021) Juan Cabezas no hace nada nuevo. Pero lo que hace es único.
Eso es lo valioso de esta experiencia que él regala a los lectores.
Su paso por la enfermedad, ese doloroso y terrible recorrido. Pero bajo su mirada, una manera tan propia de conmover y de doler. De asombrar y de emocionar a través del lenguaje escrito, por medio de un recuento de hechos y situaciones que él vivió el tiempo que estuvo internado, en la cama 9 de la sala de ginecología del hospital Pablo Arturo Suárez.
Juan Cabezas hace una crónica, sí. Pero trasciende el género. Lo suyo es lo humano, lo propio. No es tanto informar, es sobrevivir.
Un libro, para impactar, no necesita de muchas páginas
El relato que propone Cabezas es cronológico. Empiezan los síntomas, la confirmación del laboratorio, el malestar aumentando y la necesidad de ser hospitalizado. Todo el proceso se abre ante él, mientas respira con dificultad, toma apuntes mentales de lo que pasa alrededor y consigue anotar algunas cosas.
Hay una maestría en la prosa de este autor —que en 2019 publicó su primer libro “Formas de incendiar el día”—. No solo por la manera en que cuenta las cosas, con ese ritmo particular que consigue al poner una palabra detrás de otra; sino por lo que revelan sus frases. A veces, sobre todo al inicio del libro, las oraciones son cortas, veloces, directas, como si se estuviera apresurado o con poco aire. Luego, cuando entra el oxígeno al organismo, cada descripción crece y aumenta. Es posible que la belleza sea un acto de resistencia.
Lo que se nota, incluso, en momentos terribles, como la muerte de un compañero de lucha en la misma sala en la que él estaba:
“El momento más importante en la vida de un hombre aconteció frente a mí. Debían acompañarlo sus seres queridos. Alguien tenía que tomarle la mano, acariciar su frente, pero nada de eso ocurrió”.
Incluyendo el prefacio, el texto central, las ilustraciones de Camila Calderón y un epílogo escrito por Marcela Ribadeneira, Juan Cabezas requiere de 45 páginas para no dejar a nadie impávido.
Hay todo un universo del que él deja señales. Gente que se sacrifica por los enfermos, que lucha, que intenta no morirse, que ansía no hacerlo, que piensa en la muerte, que sigue viviendo como si se tratara de un día regular, sin poner un pie en el mundo exterior —sí, Cabezas nos muestra que el comercio sigue, a pesar de esa circunstancia, dentro de un hospital—. Este es un relato poderoso.
Y ahora, cuando se discute sobre la validez de las vacunas, sobre la obligatoriedad de la vacunación, este es un libro con un argumento fuerte a favor de la salud pública. Un argumento azaroso, porque Juan Cabezas sobrevivió y otros no. Y al hacerlo tuvo el coraje suficiente para dejar por escrito ese tránsito pesado, frente a una enfermedad que se sigue conjugando en presente.
“Bienvenido, número nueve”
Juan Cabezas
La Calle ediciones, 2021
64 páginas
Precio: 10 dólares (se lo puede encontrar en Librería Tolstoi, en Quito)