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Crónica sobre la historia del libro

Crónica sobre la historia del libro
21 de julio de 2019 - 00:00 - Fausto Segovia

El libro es algo indefinible. Para el diccionario Larousse, el libro “es el conjunto de folios impresos y reunidos en un volumen encuadernado en rústica o pasta dura”. El libro es el pensamiento escrito. Por eso, no podría concebirse el conocimiento sin el libro, que vendría a ser la expresión más elevada de la modernidad, y gracias a la imprenta, fue el camino por donde transitaron la ciencia, el arte y la literatura en los últimos 500 años.

El libro se considera, hoy en día, como una expresión de la libertad humana.

Orígenes
Se cuenta que en la tierra de Elam –actual Irán- hace más de seis mil años apareció un sistema de símbolos impresos en ladrillos. Había nacido la escritura denominada cuneiforme, que fue desarrollada después por los sumerios, en Mesopotamia.

En estos ladrillos se informaba, mediante cuñas, sobre la vida cotidiana, las cosechas, las guerras, la vida hogareña, etc.

Más tarde floreció la escritura pictográfica, es decir, las imágenes –de humanos, plantas y animales– que representaban situaciones de la sociedad y de la cultura de entonces.

Esta escritura se halló en las pirámides de Egipto y sus alrededores. Pero con el tiempo surgió la escritura ideográfica que dio origen a la fonética y la silábica. Con la creación de la escritura se dio un salto cualitativo sobresaliente, que hizo posible la expresión de los pensamientos en signos con significados. Terminó así la prehistoria y nació la historia.

Revoluciones
Los historiógrafos registran que en la humanidad han existido tres revoluciones: la  del lenguaje, de la escritura y de la imprenta. Otros añaden la del libro.

El lenguaje significó el comienzo de la revolución cultural nunca antes conocida, al producirse, en el homínido más evolucionado, el pensamiento o capacidad cognitiva.

La escritura, en cambio, implicó el registro del pensamiento en tablas y ladrillos, y la imprenta hizo posible la producción en serie de un invento maravilloso: el libro.

Primeros autores
Desde el punzón y las tablillas de barro, que dieron origen a la escritura cuneiforme, pasando por la escritura jeroglífica e ideográfica y la invención del papiro en Egipto, del papel en China y del pergamino en Grecia, los primeros escribanos dieron rienda suelta a su imaginación mediante signos o letras, que se relacionaban con sonidos. Los mayas, según investigadores, también tuvieron escritos mixtos porque combinaron los ideogramas con significados fonéticos. Se cree que la escritura con alfabeto tiene unos 4.000 años de antigüedad.

Las famosas tablas de la ley fueron los antecesores de los libros junto con los papiros, donde se registraron las sagradas escrituras.

El código de Hammurabi –escrito en piedra entre 1792 y 1750 a.C.– contiene 282 reglas sobre la justicia; el Ayurveda, o el libro de la ciencia de la vida para los hindúes, es también un referente, así como Nel Ching, el libro de la medicina china. Pero fueron los romanos los que comercializaron los libros, a partir del año I a.C. Eran copias realizadas por escritores esclavos.

Con 700 años de creación, aproximadamente, el libro tiene vida para rato, aunque los agoreros del desastre anuncian su muerte con el advenimiento de la versión digital. La experiencia ha dado la razón a los amantes de los textos físicos, por lo que representan, por lo que contienen y los afectos que llevan a recuerdos de lecturas inolvidables.

El libro en Ecuador
En tiempos de la Colonia, Quito se destacó por sus bibliotecas con libros traídos del Viejo Mundo.

Entre los primeros frailes franciscanos que vinieron a Quito se encuentran los flamencos, Fray Jodoco Ricke, primo del emperador Carlos V, y Pedro Gosseal. Con los libros traídos por los eclesiásticos desde Europa se inicia la biblioteca del convento de San Francisco. (O)

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