cartóNPiedra delata a los ventrílocuos históricos
Un análisis de Werner Vásquez Von Shoettler, titulado “El oficio del ventrílocuo”, configura el tema central de la edición número 30 de cartóNPiedra, el suplemento cultural que cada domingo circula con este Diario.
Partiendo de una ubicación histórica, Vásquez explica la configuración de la nación ecuatoriana sobre la base de discursos surgidos desde los grupos de poder, a lo largo de la etapa colonial y más adelante, en tiempos de la República, cuando la sociedad blanco-mestiza fue quien se atribuyó tradicionalmente la representatividad de los grandes colectivos, y diseñó a su manera el modo de comprender la presencia de un pueblo anónimo, en un mismo territorio, desconociendo su condición pluriétnica.
“El hacer política en el Estado republicano tiene como herencia la larga práctica colonial y sus instituciones. Sus herederos, las nuevas élites nacionales, hicieron de la política pública una extensión de su mundo privado”, afirma el autor, antes de arribar a un sesudo análisis acerca de los escenarios actuales, encadenados a la histórica lucha de un movimiento indígena que vio en 1990 la posibilidad de acceder a una participación pública más justa, sin embargo, en años posteriores, fue víctima de nuevos discursos impuestos por las emergentes clases dominantes, e incluso, por la academia.
Vásquez identifica el surgimiento de una figura del intelectual -para marcar el paso del debate desde lo político al plano de lo cultural- que ahora se atribuye, nuevamente, como en tiempos coloniales, la potestad de defender a un grupo social, en este caso los indígenas, como si se perteneciera a ellos, sin posibilitar que se oiga la voz pura de los actores referidos, sino haciendo el papel de traductor de verdades.
A ese nuevo intelectual lo inscribe en un contexto en que el movimiento indígena ha sido fraccionado por las acciones de agrupaciones y líderes políticos a quienes el pueblo indígena ha servido como masiva contribución electoral. Se refiere a este intelectual emergente como “aquel que renuncia a pensarse étnicamente porque se identifica, se sitúa en lo más puro del indigenado; que evalúa que lo indígena tal cual no es susceptible de cometer un equívoco político”.
El análisis de Werner Vásquez nos retrotrae episodios que históricamente delimitaron la concepción que como sociedad tenemos de nosotros mismos, y ofrece luces para entender ciertas clave con respecto a nuestras nociones de pertenencia a partir de la diversidad y no de la utilidad de las minorías.