Recopilación de textos en cartón piedra
La crónica como rabo de novela
Ramiro Arias, director de Eskéletra, fue el primero en hablar la noche del pasado jueves, en el Centro Cultural Benjamín Carrión, cuando se presentaba El alero de las palomas sucias, recopilación de crónicas en dos volúmenes que lanzó Huilo Ruales.
Amigo de Ruales desde inicios de la década del 80, cuando crearon el taller literario La Pequeña Lulupa Arias, indicó que El alero de las palomas suciasevoca a las terribles palomas de Patrick Suskind, y señaló que esta obra evidencia que hay formas literarias que van dejando atrás a las periodísticas. Dentro de poco, según él, los periodistas deberán acercarse más a la literatura para contar historias.
La catedrática Alicia Ortega reveló que el título de la obra alude a un puesto de libros de segunda mano en Barcelona, donde Ruales descubrió Estrella distante de Roberto Bolaño.
Para ella, en El alero... es fundamental el desarraigo que se ha evidenciado en su apuesta y empatía por autores marginales, como Rimbaud, Baudelaire, Artaud, Juan Luis Martínez y Leopoldo María Panero.
Los temas de los que escribe Huilo Ruales toman piezas de la mitología local y la memoria colectiva.Ortega se refirió a las temáticas que escoge Ruales, que recuperan piezas de la mitología local y la memoria colectiva, el carnaval, vidas en apariencia minúsculas, pequeños heroísmos no buscados. Destacó los guiños biográficos en los textos, que ofrecen “una suerte de arqueología del presente”, y el hecho de que cuenta no solo lo insólito y desconocido, sino historias conocidas pero desde ángulos nuevos, como la muerte de John Lennon a partir del enigma del gesto de Chapman, su asesino.
Fausto Rivera Yánez, editor de cartóNPiedra, recreó con humor e ironía la relación que el escritor ha establecido con cartóNPiedra, semanario cultural de este diario, en el que Huilo Ruales publica quincenalmente las crónicas de El alero...
Cuando llega el mail desde Francia, dice Rivera, su buzón primero se inquieta, y después tiembla. O al menos eso es lo que le han dicho los técnicos de la oficina.
Rivera violó un pacto de privacidad al citar algunos de los mensajes que suelen acompañar a las crónicas de El alero...: “Antes que nada un abrazo de miércoles iluminado por un sol inesperado que ya mismo se disuelve a causa del desmedido celo de las nubes ”.
En El alero...,a decir de Rivera, el lector se enfrenta a varios Huilo: Al niño que tuvo su primer encuentro con el silabario; al que de joven descubrió que la máquina no era para escribir sino para guardar el silencio del primer amor; al nostálgico que recuerda a Ibarra como “un manojo de manzanas blancas y muertas”; al que está en París y visita la tumba de Oscar Wilde, Jim Morrison, Molière o Marcel Proust; “al de la cultura popular, ese cronista que llena de vida a la frialdad y banalidad con las que los medios de comunicación tratan a las estrellas”.
Ruales escribe en la parada del metro, en un consultorio o un parque. La literatura es un tremendo lío en el que uno siempre sufre, pero la crónica es un intersticio, algo que se hace con placer, según el autor ibarreño, que agradece la suerte de ser libre al escoger sus temas.
Gracias a ello ha escrito textos que se hacen solos, como ‘La ultra derecha gana las elecciones en el país. Tarde, clases de natación’, que parafrasea al texto de Kafka: ‘Alemania declara la guerra a Rusia. Tarde, clases de natación’.
Ruales subrayó que sus textos no son necesariamente crónicas, pues la realidad que cuenta constantemente, a veces se hace literatura. Y que sus historias han surgido incluso de proyectos literarios, de rabos que ha dejado una novela.