Adrián Balseca sabotea el 'Mar Cerrado'
Adrián Balseca (Quito, 1989) hace un ritual de réquiem póstumo al Océano Pacífico, desde la costa ecuatoriana, en las proximidades de las tierras de Ancón, donde se produjo el primer derrame petrolero y que dio paso a la producción económica del país dependiente del aceite negro de la tierra.
En una boya marítima, aquellos objetos que definen la frontera entre lo seguro del mar y el comienzo del peligro, Balseca inserta un caduceo, aquel signo griego atribuido a Hermes, el dios de las fronteras, los viajeros y el comercio. Es el mismo que llevó el Vapor Guayas, la primera embarcación de su tipo construida en América, en 1841 y que luego, en 1900, durante la presidencia del general Eloy Alfaro, se convirtió en parte de la composición de un símbolo patrio: el Escudo de Armas. En medio del mar, esta simbología es el principio de Mare Clausum o ‘Mar Cerrado’, en alusión a la expresión en derecho internacional que menciona un cuerpo de agua navegable que está bajo la jurisdicción de un Estado.
“En la amplitud del ancho mar, al resguardo de las aguas territoriales de una nación, ante la sombra de un pasado y un presente de explotación petrolera, se propone dejar un indicio sobre el agua que le permita a una comunidad de pescadores dejar una marca. Se trata de una boya marina, un monumento flotante que evite que las historias menores de un grupo de personas se pierdan sin el ancla que da el recuerdo”, dijo el jurado del Premio Mariano Aguilera sobre el proyecto de Balseca, que es parte de la selección de diez obras que se pueden recorrer en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), en Quito.
“Sin embargo, el video no se reduce a un registro documental de este proceso, más bien despierta la sospecha del espectador frente al gesto de intervención crítica en un espacio de la memoria —dice Ana Rosa Valdez sobre la obra de Balseca— Lo hace precisamente en la suspensión del referente social, histórico y político de la obra, motivando interrogantes en el espectador de manera sugestiva”.
El curador y teórico político Pablo José Ramírez reconoce en Adrián Balseca un artista que se vale de una suerte de “anarquía simbólica”, a través de la cual interpela la arquitectura del poder y la modernidad ecuatoriana.
Para Ramírez, la ironización se construye desde lugares contundentes que politizan la experiencia estética. Desde allí, Balseca practica su sabotaje simbólico sobre la “modernidad fallida”, con el juego de símbolos patrios o reglamentos sociales, elementos que desde hace un tiempo fijan el diálogo entre el pasado y su obra, en el presente.
“A través de su obra se puede hacer un recorrido por las ruinas industriales de Ecuador y -como testigos del olvido- se puede reflexionar a partir de una idea que planteó Vladimir Nabokov: El futuro es lo obsoleto al revés”, dice un catálogo de la galería Senda, de Barcelona, en donde, en 2015, Balseca expuso los resultados del proyecto con el que ganó el programa de artistas emergentes de la Fundación de Arte Cisneros.
Adrián Balseca: “¿Puede un monumento en el tiempo imponer una memoria frente a otras memorias?”
La gente que vivió la explotación petrolera en Ancón, en muchos casos, la recuerda como una época dorada, indiferentemente del derrame o el inicio de contaminación. ¿Cuál fue tu relación con los habitantes para esta obra-acción?
El lema "todo pasado fue mejor" es una frase que retumba en la zona. Contrastar entre sus habitantes que luego de la declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación, en 2011, no ha significado en términos tangibles una reactivación económica tan ansiada.
De alguna manera Ancón es hoy en día síntesis del primer fracaso de un modelo cimentado en el "oro negro", que podamos dar cuenta en el país.
¿Cuál fue la reacción de ellos hacia tu idea de sabotear a través de símbolos la modernidad fallida?
El diálogo con los pescadores de la zona de Anconsito (antes Ancón) y determinados habitantes en de Ancón para la realización del proyecto fue importante para dar ciertas luces al proyecto.
En el caso del uso simbólico, creo que el caduceo es un símbolo complejo, erróneamente asociado a la medicina de manera global. La invitación a los habitantes de Ancón a mirar el escudo de armas patrio, el "Vapor" Guayas, su mástil y significados, devino en un ejercicio personal para pensar también en la importancia de los símbolos patrios en la cimentación del Estado-Nación.
¿Cómo podría asociarse esta obra con el estado actual de Ancón como sitio patrimonial, cómo dialogan?
Una imagen que recuerdo con mucha gracia en mi primera visita a Ancón fue la ornamentación del pueblo dónde se puede observar varios pozos petroleros pintados con los colores de la bandera tricolor, a propósito de la declaratoria por parte del Ministerio de Patrimonio y Cultura. ¿Cómo se edifica la memoria? ¿Puede un monumento en el tiempo imponer una memoria frente a otras memorias?
¿Cómo refuerza esta obra el núcleo de producción que vienes trabajando sobre estas ideas de estado-nación-modernidad?
Quizás este proyecto me ha permitido como ningún otro la exploración, desde dimensiones diversas, de un cuestionamiento común en mi trabajo. Por un lado están mis intereses en el archivo y la obsesión con el material gráfico que he podido recabar y por otro lado está trabajo de investigación que se resuelve en territorio.
'Mar cerrado' marca el regreso en mi obra a la participación de determinados actores de una comunidad, algo que había dejado atrás hace un tiempo, además, de la sostenida investigación que llevo a cabo sobre la historia de extracción petrolera en el país. (I)