985 piezas son las que retornaron a la administración del Estado
En 2006 un lote de 168 piezas patrimoniales iban a salir del país hacia Miami, Estados Unidos. La Interpol las identificó y el INPC las reclamó para el Estado. Dicho lote estaba en poder la familia Avilés Marcillo. Y, luego de unas investigaciones, se encontró en poder de la misma familia un total de 985 piezas.(Ver infografía 1 ampliada)
Desde entonces se libró una batalla en las cortes de justicia para determinar el posesionario de los objetos arqueológicos. Hasta que en 2010 la Corte Provincial del Guayas falló en favor de la familia. Luego el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) planteó una acción extraordinaria de protección ante la Corte Constitucional (CC) y el miércoles pasado esta última resolvió dejar sin efecto el fallo antes mencionado.
Las 985 piezas patrimoniales proceden de 14 culturas prehispánicas diferentesAsí, el Estado, ahora, a través del INPC, ente adscrito al Ministerio de Cultura y Patrimonio, será el que administre estos bienes. En rueda de prensa, el pasado viernes, en Quito, fueron presentados algunos de los objetos y se dijo que ahora se los va a estudiar a profundidad para que luego se los exponga y que, según dijo Francisco Velasco, del ministerio antes mencionado, los ecuatorianos puedan “disfrutar de estas piezas para el enriquecimiento y reafirmación de nuestra identidad cultural”.
Las 985 piezas patrimoniales proceden de 14 culturas prehispánicas diferentes, entre ellas Capulí, Bahía, Chorrera, Valdivia, La Tolita, Guangala, Milagro-Quevedo, Machalilla y Piartal.
En el lote total, la cultura que mayor número de piezas tiene (200) es la Jama Coaque, un asentamiento que habitó en la zona de Manabí y sur de Esmeraldas y que existió entre los años 500 a.C. y 1531 d.C.
En el inventario que hizo el INPC también hay esculturas de inicios de la época republicana del país así como del siglo pasado. (Ver infografía 2 ampliada)
Byron Camino, técnico del INPC, sostuvo que la recuperación de estas piezas supone un logro porque con ellas se podrá ir armando el gran rompecabezas de nuestro pasado. “Esto implicará conocernos mejor y entender qué mensajes nos dejaron en la inconografía de quienes habitaron estos territorios antes de nosotros. También nos permitirá entender la tecnología que usaron y que, quizá, se pueda aplicar en nuestra época”, afirmó.