Más jóvenes usan Viagra sin necesitarlo
Al contrario de lo que muchos jóvenes creen, el Viagra no es un suplemento vitamínico, es un fármaco de uso clínico desarrollado para corregir, de manera temporal, la capacidad de lograr o mantener una erección durante las relaciones sexuales. Conocido como la ‘pastilla azul’, este medicamento es cada vez más utilizado por jóvenes, de entre 18 y 25 años, que están convencidos de que conseguirán prolongar el acto sexual y que, al mismo tiempo, mejorarán su desempeño sexual.
El consumo de este medicamento en la población juvenil revela, entre otros aspectos, el miedo a no rendir lo suficiente durante un encuentro sexual, el frecuente cambio de compañera y el deseo de mostrar un mayor rendimiento. El médico ecuatoriano Nelson Garcés advierte que muchos jóvenes acuden a las farmacias en busca de Viagra, porque creen que este fármaco les permitirá ser un ‘superman sexual’. “Este medicamento no está indicado para los jóvenes, pero parece que cada vez hay un mayor número de muchachos dispuesto a tomar todo tipo estimulantes”.
El especialista no descarta que el consumo de este medicamento afecte la salud de los jóvenes, porque la erección es una condición natural del hombre. “Solo se requiere tomar el Viagra si el paciente realmente lo necesita”. En realidad, este medicamento fue aprobado en adultos con problemas de erección, pero las campañas publicitarias estuvieron orientadas a que lo usen los hombres, sin distinción de edad. Hay especialistas que aseguran que a este medicamento se le ha faltado el respeto y se ha hecho de su consumo algo liviano, prácticamente como tomarse una aspirina. Para el médico Garcés, muchos jóvenes sufren de la ansiedad por el rendimiento y por no fallar. De hecho, fallar en el sexo se convierte, en muchos casos, en un trauma obsesivo que termina por agravar la situación y convertir en real una impotencia inicialmente inexistente. En la mayoría de casos quieren demostrar que son ‘machos’, pero, sobre todo, buenos amantes.
El mayor temor de los médicos radica en la combinación de sustancias, porque cada vez es más frecuente que los jóvenes consuman este fármaco bajo el efecto de alcohol o drogas. Está comprobado que la mezcla con anfetaminas o licor, bloquea otras enzimas que intervienen en la parte muscular, visual y vascular. Los efectos pueden variar: dolores intensos de cabeza, taquicardia, baja presión arterial y otros.
Carlos M., cuenta que la primera vez que consumió esta pastilla cursaba el primer año de la universidad y la adquirió impulsado por un par de amigos que le dijeron que si lo tomaba prolongaría la relación sexual, además, de “sentirse como en las nubes”. Aunque al principio, lo dudó, decidió probarlo. “Lo adquirí sin problemas en una farmacia cerca de donde vivo y la tomé como se indicaba”.
Durante el primer encuentro no sintió un cambio significativo, así que decidió volver a intentarlo. “Recuerdo que unos minutos después de la relación sentí que me ardía la cara; cuando me vi en el espejo, mi rostro estaba enrojecido, era como una alergia, me duró como una hora”. Se asustó y dejó de utilizar Viagra, porque, según dice, fue su pareja quien le sugirió que no la tomara. “Creo que me sentía muy presionado por responderle a mi pareja, pero fue ella quien me dijo que de gana me estaba automedicando”.
La supuesta reacción alérgica que Carlos sufrió es uno de los efectos documentados que puede provocar el consumo del Viagra. Así como produce enrojecimiento del rostro, también provoca otras reacciones adversas como congestión nasal, cefalea, visión borrosa, entre otras.
Según el diario El Universal, de México, otro de los efectos indeseados es el priapismo, una enfermedad que causa intenso dolor provocado por que el pene erecto no retorna a su estado flácido por un tiempo prolongado —más de 3 o 4 horas de duración—.
Los médicos coinciden en que no debe administrarse el Viagra alegremente, como si se tratara de un afrodisíaco. Aunque muchas farmacias lo venden sin prescripción médica, hay que tomarla bajo indicación de un especialista, porque si existe un problema, él se encargará de diagnosticarlo.
El año pasado, se hizo público un estudio realizado por la Universidad de Texas, en Estados Unidos, en el que se concluyó que el uso frecuente de este fármaco puede afectar el rendimiento sexual en jóvenes que no lo necesitan.
El trabajo se sustentó en encuestas realizadas a 1.207 jóvenes universitarios. Se escogieron 3 grupos: no consumidores, consumidores por uso recreativo y por motivos médicos.
Los resultados de los test de erección demostraron que los jóvenes que lo usaban por uso recreativo tenían una erección normal, al igual que los no consumidores. A pesar de tener erecciones normales, la seguridad que estos hombres tenían en sí mismos, en cuanto a poder mantenerlas, era menor, lo cual supone un importante factor de riesgo para desarrollar problemas de erección por una causa psicológica. Se encontró que cuando los hombres recurren al sildenafil (la sustancia que se vende bajo la marca Viagra) sin ningún motivo orgánico, las cifras de satisfacción sexual eran más bajas que en los otros 2 grupos. Lo que ocurre —dicen— es que el consumo recreativo de estas sustancias genera mucha ansiedad anticipatoria, lo que puede explicar esta falta de autoconfianza que termina en la insatisfacción.
A su vez, el efecto del consumo de estos fármacos genera erecciones duraderas y de mayor consistencia que las obtenidas en condiciones normales, sin que esto implique que se deba entender como el estándar. Por lo tanto, otra posible explicación a esta frustración entre los jóvenes consumidores recreativos sería que, de alguna manera, juzguen sus erecciones naturales en ausencia del efecto de la pastilla como de menor calidad —cuando en realidad son normales— lo que genera malestar y frustración.
El mensaje de los especialistas es que el consumo de este medicamento sin control médico y sin causa justificada puede generar expectativas poco realistas y modificar incluso los estándares de comportamiento sexual, provocando ansiedad de ejecución, falta de seguridad y confianza. Todos estos factores son los que pueden provocar problemas reales de erección.
La ecuatoriana Lucía Noboa, psicóloga clínica, sostiene que todo lo que sea externo, es decir, las sustancias que provocan una sobreestimulación, causan efectos secundarios. “Si un joven ya ingirió un estimulante, lo más probable es que cada vez requiera una mayor provocación para obtener una erección. En los chicos el consumo del Viagra es totalmente innecesario, a menos que tengan una enfermedad”.
Lucía considera que si el factor que incide en este consumo es el miedo a quedar mal que, en definitiva, son inseguridades infundadas, el especialista debe trabajar con el autoestima. “Hay jóvenes que le dan mucha validez al sexo. En cierto sentido buscan reafirmar su identidad como machos y asocian este término con la cantidad de erecciones, pero ser hombre no es eso y los especialistas debemos ayudarlos a comprender que la masculinidad tiene otro contexto”. En una sociedad donde se alimentan falsas expectativas sobre el rendimiento sexual, es comprensible que muchos jóvenes se sientan empujados a ingerir este fármaco, pero hay otros factores que influyen, como la inmediatez que también rige el mundo actual. Eso significa que los muchachos consumen el medicamento porque lo consideran el camino más rápido para sentir placer, sin tener en cuenta que detrás de este interés se esconde una gran dosis de frustración, porque, al parecer, no tienen tiempo para alimentar una relación basada en el amor y no en los encuentros sexuales esporádicos.
Un estudio desarrollado por el psicólogo chileno Leonardo Tognarelli señala que los jóvenes, al parecer, solo buscan alcanzar el éxito y un buen rendimiento. “Ellos no están creando lazos con los proyectos que emprenden. Solo dicen: ‘me tomo la pastilla y ya cumplí’. Esta sería la filosofía que hay detrás”.
Según un estudio denominado ‘Hombres hinchas del Viagra’, muchos jóvenes consumen la pastilla azul cuando no se sienten aceptados, pero, en especial, cuando está presente un cuadro de eyaculación precoz. En definitiva, buscan mayor confianza y seguridad, ya que al consumirla logran que la relación sexual dure más tiempo, hecho que, por lo general, es lo que les avergüenza cuando sufren de alguna disfunción sexual. El artículo de Tognarelli da muchas luces sobre este tema que no deja de preocupar a padres de familia y médicos.
Según indica, “los jóvenes pretenden una validación externa más que una autovalidación. Están preocupados de que la mujer que tuvo la suerte de acostarse con ellos, los recuerde como el mejor en la cama, en vez de conformarse ellos mismos y reafirmarse como personas, como hombres”.
Estudios paralelos sobre el tema permiten determinar que los jóvenes que lo usan presentan como característica principal la ansiedad. “Estamos en un mundo donde se están educando jóvenes sin paciencia, sin tolerancia a la frustración y sobre todo ansiosos, poco pasivos y exageradamente activos”. Los especialistas aseguran que una identidad no constituida y un ‘yo’ poco estructurado son cruciales para este tipo de conductas, donde el joven busca a través de una ayuda externa y superficial, mejorar algún tipo de problema que ni siquiera, en muchos casos, padece.
Santiago M., de 21 años, cuenta que compró la pastilla, porque sentía que debido al estrés, producto de los estudios y problemas familiares, había afectado su desempeño en la cama. Su pareja le decía, con frecuencia, que ya no era el mismo y que era mejor darse un tiempo. Cuando él le preguntó porque decía eso, su respuesta lo dejó desolado: “es que ya no me haces llegar a las nubes como antes; algo te pasa”.
Nunca visitó a un médico para confirmar si tenía problemas de erección, simplemente fue a una farmacia y compró la pastilla. Después de probarla durante varios encuentros, se dio cuenta de que se sentía más seguro y su novia también se lo comentaba. Así que decidió mantener la dosis por varios meses hasta que se lo comentó a un amigo que estudia Medicina y él le sugirió que dejara de consumirla. Al principio no siguió la recomendación, pero con el tiempo decidió visitar a un especialista, quien después de analizar su caso le aseguró que no necesitaba recurrir a esta pastilla. Unos días después dejó de tomarla y procura realizar más ejercicios para evitar el estrés. “Sigo con mi novia y cada vez nos entendemos mejor, porque siempre exploramos otras formas de sentir placer”.
Aunque en este tema, no se trata de buscar responsables, muchos especialistas sugieren que la mujer actual exige mucho más que antes y eso incluye el plano sexual. Lo que responde a otro factor por el cual los jóvenes están consumiendo Viagra. Un artículo publicado por el psicólogo Cristian Rematales sostiene que “el hombre de antes, acostumbrado a dirigir y mandar, solo se preocupaba de su satisfacción. Hoy, cuando las cosas están más equiparadas, la mujer también exige”. Si ella no está satisfecha, tiene la posibilidad de buscar satisfacción por otros lados. “Son ellas las que aconsejan a sus parejas sobre cómo buscar otras formas para sentir más placer y eso está bien”.
PUNTO DE VISTA
El Viagra solo debe venderse con una receta médica’
Paula Vernimmen Aguirre, médica especialista en psiquiatría
“En nuestro país, lamentablemente, no hay un riguroso control del uso de los medicamentos. En ese contexto, muchos jóvenes aprovechan para adquirir fármacos, como el Viagra, que solo deberían venderse con receta, porque fue concebido como un fármaco de prescripción médica. Al parecer, se lo expende como si se tratara de un pastilla para el dolor de cabeza. El consumo indebido del Viagra puede provocar una serie de efectos que pueden poner en riesgo la salud. Aunque este fármaco potencia la erección, no está recomendado para los jóvenes que no presentan ningún problema de este tipo. Muchos lo ingieren por inseguridad y movidos por el miedo de no poder satisfacer a su pareja. Algunos muchachos lo mezclan con alcohol y drogas mientras se divierten en una fiesta. Esta combinación ahora parece bastante común. Hay que tomar en cuenta que hay personas sensibles al sildenafil que pueden desarrollar arritmias cardíacas”.