En el claustro las monjas viven una Navidad más espiritual
Una tras otra, formadas en 2 filas, las madres de los monasterios de San José y de Santa Mariana de Jesús, o del Carmen Alto, a las 17:00, hacen la acostumbrada procesión por los pasillos de su hogar. Al llegar a una de las habitaciones, o celda, como ellas las llaman, se detienen, se arrodillan en el piso, algunas cierran los ojos y empiezan a rezar. Le entregan a la madre la imagen del Niño Jesús. Ella la recibe y la coloca en un pesebre elaborado junto a su cama mientras las demás continúan con sus cánticos. “Ven, ven, ven dulce amor. Tendrás por cuna nuestro corazón”, dice una de las estrofas que las monjas cantan para interrumpir el silencio de los pasillos. La madre que recibió en procesión al Niño Jesús inicia un ‘día de desierto’, es decir no va a la comunidad y pasa a solas con la imagen, contemplándola y meditando la infancia de Jesús. Después, la madre priora, en procesión, le entrega la imagen a otra hermana para que inicie su día de retiro.
“La carmelita pasa todo el día orando y pidiendo para que estas navidades no sean solo materiales sino que nazcan en el corazón de los hermanos el niño Jesús”, comenta Verónica de Santa Faz, una de las religiosas del claustro. Las Carmelitas Descalzas realizan esta práctica cada diciembre. Se la conoce como retiro de celda y este año lo iniciaron el tercer día del mes.
El objetivo es que cada madre pase un día en su celda orando. Actualmente en el monasterio viven 21 religiosas. Cada una elabora un pesebre para recibir la imagen del Niño Jesús. Hacen la procesión y la entrega de la imagen todas las tardes hasta que llegue el 24 de diciembre. Esta es una preparación interna de la comunidad para la llegada de Navidad. “Tratamos de vivir más en silencio y en soledad. Si antes vivíamos así ahora con más razón”, comenta Verónica. Este tiempo de advenimiento empieza el primer domingo de diciembre. “Es el tiempo de espera a nuestro Salvador que viene a nacer para la humanidad”, explica la religiosa. El 23 de diciembre hacen “la despertada” en el monasterio, es decir, despiertan con villancicos al Niños Jesús. “Recordamos el misterio cuando José y María van a Belén y golpean las puertas pidiendo posada.
Eso hacemos. Una hermana se viste de San José y otra de María”, explica la madre Verónica. Golpean puerta por puerta mientras cantan y en cada esquina, frente a los altares, rezan. Festeja la Noche Buena con villancicos y guitarras. Hacen una procesión por toda la casa solo con velas encendidas. Finalmente hacen una misa a media noche a la que asisten otros creyentes; pero las madres se quedan tras las rejas, no son visibles para el mundo exterior al claustro. Los asistentes solo pueden escuchar sus voces, pues ellas son el coro del templo.
De esa misma manera rezan la novena. El 25 y 26 de diciembre celebran misas. Además, el 26 ayudan a la gente pobre. “La Navidad para las carmelitas es un tiempo de gracia en el que el Señor viene por amor, para hacerse uno más de nosotros. Nos recuerda el gran misterio de la encarnación del Señor para la salvación de la humanidad”, comenta Verónica. Las madres carmelitas dicen tener una vida monástica dedicada a la oración en beneficio de la humanidad. Ahí las mojas viven en un ambiente de claustro y de oración, solo salen para cosas puntuales como citas médicas. Las madres del Monasterio de Santa Catalina de Siena también viven la época de advenimiento y Navidad de una forma espiritual. Según Sor María Natividad Espín, madre del claustro, desde el primer domingo de diciembre la comunidad vive un ambiente de liturgia, un tiempo de preparación.
“En estos días recordamos el nacimiento del hijo de Dios. Es un tiempo de alegría, de advenimiento en el que rezamos y pedimos por la humanidad”, asegura Espín. Desde el 16 de diciembre empiezan la novena. Rezan todas las tardes a las 17:00. Ya en Noche Buena hacen una procesión en el monasterio. Después cenan juntas. Al momento viven 15 religiosas en ese monasterio. “La Navidad debe ser más espiritual y no tan material. Se debe rezar por los que más sufren, ayudarles con la oración”, explica Espín. De una forma similar lo viven las 23 madres del Monasterio Santa Clara de Asís. Según la madre Clara Pantoja, también monja del claustro, antes del 24 de diciembre viven un tiempo de preparación y espera. Asegura que es un momento de reflexión acerca de cómo va la vida de cada religiosa. Comenta que el árbol de Navidad y los regalos son costumbres paganas que van en contra del verdadero significado de la fecha. “Es como dar cuentas del año. De cómo está preparada mi alma para recibir al Salvador. En qué he mejorado, en qué he empeorado”, comenta Pantoja. Además, señala la importancia de vivir la Navidad en familia y con alegría, pues así lo hacen las madres. Asimismo preparan una cena y una misa especial.