Así fue acordado: el hijo de Elkin Ramírez haría el saludo inicial de Kraken sobre el escenario. Andrés Ramírez tomó el micrófono ante un Ágora de la Casa de la Cultura rebosante de público y soltó una frase que resume la letra de la canción que encendió el show: “Mi padre tenía muchísimos sueños con esta banda”.

En el tema “Todo hombre es una historia” está narrada la voluntad del cantante, una que le repitió a su hijo incluso cuando estaba enfermo. “Hablábamos de llevar a cabo todos esos sueños”, contó Andrés entre los aplausos de cuatro mil personas. “Lo hicimos porque creemos en el rock latinoamericano”.

La introducción fue incluso más emotiva: imágenes del músico llamado “Titán” se acompasaron a un fragmento de “Resiste” y la banda saltó a las tablas con Roxana Restrepo en la voz.

Le siguieron temas como “No importa que mientas”, del disco Kraken VI: Sobre esta tierra, el último que alcanzó a componer Elkin. De su tercera placa (Kraken III), la banda colombiana interpretó “Residuo social”, con los teclados de Rubén Gelvez alternándose con las guitarras de Andrés Leiva y Ricardo Wolff.

Para la popular “Frágil al viento” se confirmó que el sexteto (completado por Luis Ramírez y Julián Puerto) ha adquirido una autonomía respecto a las alineaciones que han visitado el país (la última de esas, en 2015) y la voz de Restrepo se vio complementada por su comunión con la audiencia. Andrés Arce tomó el micrófono en la potente “Sin miedo al dolor” y el ensamble llegó a uno de sus puntos más altos.

Andrés se quedó para “Soy real”, llena de riffs y Roxana volvió a interactuar con el público emulando con la voz las notas de “Sobre esta tierra”, a la que le sucedió una muy coreada “Escudo y Espada”. Y, ya con tono de despedida, “Lenguaje de mi piel” y “Muere libre”.

Los quiteños Hemisphery abrieron el telón antes, también con una invitada, la soprano Tatiana Gorriti, que hizo un dueto de power metal con Roberto Peñafiel para “Mi Libertad”.

Mayo finaliza con tres bandas que han visitado el país con buenos saldos de asistencia. Al esperado debut de los ingleses Cradel of Filth (ante 800 personas) le siguió el regreso de los españoles Ilegales a Guayaquil (800) e Ibarra (1.500); además de los 6.000 boletos vendidos que acumuló Rata Blanca entre Cuenca y Quito.

Furia de guerreros
A pesar de no haber producido novedades discográficas durante cuatro años, los hardrockeros argentinos Rata Blanca volvieron para poner el letrero de Sold out en los auditorios de la Hostería Caballo campana, en la capital azuaya, y en el Ágora, las noches de 23 y 24 de Mayo.

Fue precisamente con dos temas del disco Tormenta Eléctrica que arrancaron sus shows: el homónimo y “Los chicos quieren rock” para, sin pausas, tocar “Solo para amarte”, clásico que vio la luz hace 30 años.

La banda que alterna en la primera línea del escenario al guitarrista Walter Giardino yael cantante Adrián Barilari siempre ha puesto la música por delante de sus propósitos. Con una clara tendencia neoclásica, al quinteto no lo desvió de su ruta el que hayan perdido a su bajista más clásico, Guillermo Sánchez, hace dos años, ni la reciente muerte de la madre de Giardino, que no ha parado en su gira por al menos ocho países.

“El círculo de fuego” fue la antesala de una retahíla de temas más baladeros, como “Talismán” o “Ella”, aderezados con destellos de guitarra como pausa y remate, quizá para dejar el variopinto intermedio por encima, con sus guiños a Deep Purple, Van Halen, AC/DC, Metallica, Guns N’ Roses, Kiss, Roy Orbison y hasta Michael Jackson.

Los 31 años de Rata Blanca no tuvieron concierto de homenaje en Ecuador y mostraron algo impredecible: que el tema “Callejero” quede por fuera de su set list. (I)