¡Guayaquil será toda feminista!
Nacer en este manglar te prepara para el machismo del resto del país. Crecer en Guayaquil es leer sobre su historia donde los protagonistas son casi todos hombres, porque los espacios políticos parecían exclusivos para ellos. Ser mujer y vivir en la ciudad del río Guayas es estar el doble de alerta. Ser guayaquileña es, también, estar lista para la revolución.
Esta ciudad que ha criado políticos y personalidades que, sin vergüenza, han gritado su machismo y misoginia, también ha visto nacer a activistas, abogadas, escritoras, gestoras culturales, periodistas, artistas, historiadoras y mujeres que dentro de la política – empujando con los codos a sus pares masculinos– se han hecho un espacio en la historia de Guayaquil. Independientemente de la línea ideológica a la que respondan con ellas es grato leerlas y escucharlas debatir en televisión nacional, con este acento particular que el resto del país afirma que tenemos y nosotras negamos a ultranza.
También se celebra que a la orilla del río Guayas han nacido movimientos de mujeres y organizaciones feministas que cada año, en las marchas, llenan y repletan la 9 de octubre de energía de progreso. Sí, querido lector machista guayaquileño, somos -estamos en eso- una ciudad progresista, inclusiva, de derechos, feminista. Nos ha costado, pero aquí estamos, peleando para que no quede inconclusa ninguna lucha y aquí nos vamos a quedar.
La historia de esta ciudad se llenará de nombres de mujeres: de alcaldesas, de prefectas, de periodistas, de escritoras, de activistas que desde La Perla cambian la aguja por los derechos humanos, de mujeres inmersas en la política que conocen de primera mano la desigualdad porque aquí crecieron. Los guayaquileños vociferan su orgullo, dicen que son frontales, que no aguantan tonteras y que si no les gusta algo lo cambian y ya. Se olvidan que compartimos las mismas características. Que las guayaquileñas nos cansamos del machismo, que también se lo vamos a ir a gritar, y que como no nos gusta el sistema, también lo vamos a cambiar.
Y lo vamos a cambiar cuando dejemos de mentirle al resto del país. No somos tan relajados y abiertos, como nos fascina decir en cuanto pisamos alguna zona de montaña. Guayaquil es mojigata y asfixiante. Guayaquil es caliente y a veces, arrogante. Y las mujeres feministas resistimos, gritamos – porque siempre bulliciosas- y exigimos. Les está tocando regresarnos a ver y nos encanta.
La historia en Guayaquil, por fin, la vamos a escribir nosotras. Nos vamos a encargar de que las niñas tengan referentes y sepan que pueden ser lo que ellas quieren y que nadie les va a decir lo contrario. ‘Es que en Guayaquil no hay cultura’. BOOM. Mentira. Los mayores referentes de literatura del país, reconocidas a nivel internacional, son guayaquileñas.
La Republiquita, como nos llamaba de forma despectiva Bolívar, se está llenando del sueño de mujeres libres e independientes. El Puerto escuchará retumbar en su Bicentenario: ‘que tiemblen, que tiemblen los machistas que ahora Guayaquil será toda feminista!’ (O)