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El Telégrafo
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La matanza perpetrada con apoyo de la “tinta-sangre”

La matanza perpetrada con apoyo de la “tinta-sangre”
15 de noviembre de 2013 - 00:00

“El gentío les rodeaba los hombros como el agua al nadar. Avanzaban en silencio, preñado del inmenso mover de pie, solo a momentos roto en gritos. El empedrado les tendía su tablero. No lo habían soñado, lo hacían y no lo creían: como dueños pisaban el centro con sus patas descalzas y terrosas. ¡Y nadie lo impedía!”. Así retrata la movilización del 15 de noviembre de 1922 el escritor Joaquín Gallegos Lara, conocido por reflejar a través del realismo social la situación del obrero ecuatoriano.

Recibidos en el centro con balas de pistola y metralleta, hombres y mujeres de todas las edades caían por aquí y por allá. Varios obreros, cegados por la ira de verse acorralados, trazaron, quizá sin saberlo, el camino a seguir por el proletariado, buscaron armas y trataron de defenderse, pero ello enardeció a los serviles militares que continuaron con la masacre. Masacre de tal magnitud que los cuerpos, que se contaban por cientos en las calles, fueron arrojados, con los vientres abiertos, al río Guayas para ocultar el crimen, “para que no rebalsaran”. Aquello, conocido quizá como la mayor matanza de obreros en el mundo, está retratado en Las cruces sobre el agua, del autor antes mencionado.

Aquello está retratado en Las cruces sobre el agua, del autor antes mencionado.


En el hecho informativo se culpabilizó de las consecuencias de la huelga a los obreros.
La sangre derramada ha quedado plasmada además en varios textos literarios, libros que no dejaron que sea realidad aquella afirmación que la burguesía asesina de la época entonaba y que se convirtió en monumento de su ignominia: “La chusma ahora ríe, pero mañana amanecerá llorando”.

Tal como sucedió con los momentos previos a la gran movilización del 15 de noviembre, los medios tomaron su posición y dieron cuenta del asesinato, cada cual a su manera, desde su poltrona y con sus intereses.

En su edición del 17 de noviembre, El Comercio explica que hubo derramamiento de sangre en Guayaquil y lamenta superficialmente el suceso. Empero, en el hecho informativo, inicia culpabilizando de las consecuencias de la huelga a los obreros para luego afirmar, sin argumento alguno, que los obreros dispararon a los policías, justificando la muerte de cientos de inocentes: “Ante la acometida de los obreros, la Policía se vio obligada a repeler la agresión con las armas siendo secundada por el Ejército, que entonces se distribuyó en la ciudad, en guerrillas, en los momentos precisos que los huelguistas saqueaban las casas siguientes: Solá, Cassinelli, Rivas, Gonzales hermanos y Enrich”.

Frente a lo sucedido, expresan un mínimo pesar, pero condenan la actuación de los líderes obreros. Según la opinión de este diario, “los directores de aquella coalición han olvidado completamente los deberes que tenían de conducir esa terrible arma con cautela y tino, y han abusado de ella hasta el extremo de ponerla al servicio de otros intereses que no eran solo los de la clase obrera”.

De modo que para El Comercio, son los obreros los culpables de su propia muerte. Es decir que, al ser “culpa” de ellos, la matanza está justificada. El filósofo francés Pierre Bourdieu afirmó en su tiempo que los periodistas juegan un rol central, ya que entre todos los productores de discursos, son quienes disponen de los medios más potentes para hacerlos circular e imponerlos. Ocupan de este modo una posición privilegiada en la lucha simbólica por hacer ver y hacer creer.

Los medios de comunicación jugaron un rol aquel 15 de noviembre, que en el caso de El Comercio y El Día estuvo marcado por la amplificación sistemática de las voces de la oligarquía guayaquileña. Hay una especie de llamado que se hace  para que las autoridades repriman a los obreros alzados.

La prensa repitió esto en varios momentos de la historia. Observó poco a los conservadores radicales que terminaron asesinando al general Eloy Alfaro, y, a través de sus publicaciones apoyaron a la burguesía bancaria guayaquileña cuando ocurrió la matanza del 15 de noviembre de 1922.

El Telégrafo jugó un papel informativo dándoles espacio a los obreros, a sus pliegos de peticiones, a su problemática. Y esta no es una defensa de este medio, ahora público, sino un análisis que cualquier ciudadano puede comprobar abriendo las páginas de 1922.

Texto tomado del libro Con tinta sangre, de Santiago Aguilar Morán.

15/11: EL DÍA DE LOS OBREROS DE ECUADOR

La masacre del 15 de noviembre de 1922 constituye el hilo argumental de una de las máximas expresiones del Realismo Social en la literatura ecuatoriana: la novela Las cruces sobre el agua (1936), publicada por el escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara.

La novela es de una etapa avanzada del realismo social, en la que cada vez es menor el tono costumbrista de los relatos del campo -como los del emblemático  Los que se van- para pasar a una narrativa sobre la lucha de clases en la ciudad, pues el movimiento obrero fue siempre urbano, propia del éxodo campesino en busca del trabajo en las fábricas. En ese sentido, el 15 de noviembre de 1922 es una fecha en la que Guayaquil vivió una jornada comparable a la que se vivió en Chicago el 4 de mayo de 1886.

En esa fecha tuvo lugar una protesta en que se intentaba lograr que las jornadas laborales fueran  máximo de 8 horas. Con la prensa hablando de una movilización ‘indignante e irrespetuosa’, el 1 de mayo, 200.000 obreros de EE.UU. iniciaron una huelga que en Chicago -donde había las peores condiciones- siguió hasta el 4 de mayo, cuando la concentración fue reprimida por la policía, que hirió a un número desconocido de obreros.

El 1 de mayo se recuerda ahora como el día del trabajador, como una fecha en que los obreros decidieron luchar por sus derechos. Por igual causa se conmemora hoy el que bien podría ser el día del trabajador o del obrero ecuatoriano.

TRABAJADORES AÚN MARCHAN EN GUAYAQUIL

Hoy saldrá una marcha a las 18:00, convocada por la Juventud Comunista del Ecuador (JCE), desde los bajos de la sede de la Sociedad de Carpinteros de Guayaquil (ubicada en 6 de Marzo y Víctor Manuel Rendón), para recordar la lucha de los obreros el 15 de noviembre de 1922, que terminó en la masacre de alrededor de 1.500 personas que, a falta de tumbas en la ciudad, fueron arrojadas al río Guayas, con el abdomen abierto a punta de bayoneta para evitar que los cadáveres flotaran en la superficie.

A la congregación asistirán delegados internacionales de diversas organizaciones de juventudes comunistas alrededor del mundo, miembros de la Federación Mundial de la Juventud Democrática. Este acto busca rendir homenaje a la primera vez que la clase obrera en el país se manifestó de forma organizada con el fin de reclamar por sus derechos, durante la presidencia de José Luis Tamayo.

Año tras año, organizaciones como el Partido Comunista del Ecuador han recordado la fecha con actividades conmemorativas.

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