Publicidad

Ecuador, 11 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

A la masacre le antecedió un ambiente de explotación laboral

A la masacre le antecedió un ambiente de explotación laboral
11 de noviembre de 2013 - 00:00

Bonanza y miseria: condiciones económicas y políticas de la matanza del 15 de noviembre  

La masacre del 15 de noviembre de 1922, que siguió a la primera huelga obrera registrada en el país, se fue construyendo de a poco. La ambición de la burguesía ecuatoriana poblaba de miseria los campos donde se cultivaba la pepa de oro, como se conocía al cacao.

Tras la construcción del ferrocarril, de todo el país –sobre todo de la Sierra–, llegaban los que, poco a poco, se convertirían en obreros no solo de los cacahuales, sino también de las nuevas empresas de alimentos, bebidas, de la electricidad, del gas, del transporte urbano; agobiados por la falta de sustento para sus familias, propiciado por el latifundio conservador serrano, para sumarse a la producción de cacao. Su mano de obra, como en la actualidad la de niños o migrantes, era más barata.

Todo era bonanza para la élite que dominaba el país: mano de obra barata, altos precios del cacao, control de las instituciones públicas y un pueblo, hasta esa hora, sumiso a pesar de aislados levantamientos registrados en la Sierra. Tal era el nivel de ingresos de la burguesía comercial que Ecuador, con una población aproximada de 1,3 millones de habitantes, alcanzó una tasa de crecimiento mayor a la de otros países de América Latina: 2,5% del PIB per cápita.

La bonanza se incrementaba para la burguesía porteña gracias a que los dueños de las plantaciones cacaoteras eran básicamente banqueros, exportadores e importadores. De modo que todo el poder económico giraba en torno a las mismas personas, la misma burguesía, que se enriquecía a costa del trabajo de los obreros del puerto: banca, emisión monetaria, haciendas, fábricas, todo lo controlaban los mismos mezquinos intereses (Ver cuadro).

Las condiciones objetivas sobre las que se genera la masacre del 15 de noviembre de 1922 se van gestando en medio de la riqueza de algunos. Revisando las relaciones entre la banca y los Gobiernos liberales, saltan a la vista los personajes que estuvieron vinculados de una u otra forma con la crisis y la posterior matanza perpetrada en las calles de Guayaquil.

En lo referente a las familias propietarias, los “gran cacao”, Oswaldo Albornoz Peralta entrega un panorama bastante claro de la riqueza de la burguesía nacional, sus propiedades y los cargos ocupados en los sucesivos gobiernos liberales de la época. Con ello, además, queda clara la estrecha vinculación entre la banca, el Gobierno y los productores de cacao, que constituían la inicial burguesía ecuatoriana.

Larga, engorrosa y deprimente sería la lista de todos los “gran cacao” con sus propiedades y sus influencias en el seno del liberalismo. Bastará nombrarlos y la historia, junto a la clase obrera, se encargará de juzgarlos: Valdez, Aspiazu, Puig Mir, Linch, Seminario, Madinyá, Sánchez Bruno, Carbo, Rendón Pérez, Baquerizo Moreno y Ayala González, entre otros que dominaban la economía del país en su propio beneficio.

Situación política  de Ecuador en la época

Tras mucho complotar, la burguesía conservadora junto a varios miembros del ala liberal y de la prensa escrita consumaron en Quito, el 28 de enero de 1912, el asesinato del general Eloy Alfaro. Los cruentos enfrentamientos en el seno del Partido Liberal permitieron finalmente a Leonidas Plaza ocupar el poder, en su segunda administración, ese mismo año. Este cargo, al que llegó gracias a un pacto liberal-conservador, impidió cualquier tipo de independencia en su gestión. Sus intereses, que eran los de la burguesía, y el mentado pacto obligaban a Plaza a responder al interés de los exportadores, importadores y banqueros que lo llevaron a Carondelet.

En su Administración, los problemas no faltaron y, tras pocos meses de gestión, enfrentó al coronel Carlos Concha, quien se alzó en armas en Esmeraldas. El movimiento de Concha pertenecía al ala radical del Partido Liberal y al pueblo campesino especialmente, ya que de esos sectores salieron los militantes de esta guerrilla que defendía la doctrina esbozada por Eloy Alfaro. Este hecho, denominado revolución conchista, contaba con gran apoyo en la base popular especialmente en la zona de Esmeraldas y Manabí, al punto de durar más de cuatro años en lucha activa.

Es en este episodio olvidado de la historia ecuatoriana en el que, de acuerdo a varios historiadores, comienza a gestarse la dependencia del Estado respecto a los bancos, especialmente al Banco Comercial y Agrícola, dominado por Francisco Urbina Jado.

De esto nada decía la prensa burguesa, su silencio cómplice con la explotación a los trabajadores inició mucho antes de que estos cayeran abatidos por las balas de sus patrones. Ya llega la hora de analizar el papel que jugaron los medios de comunicación antes, durante y después de la masacre.
 

*Texto tomado del libro Con tinta sangre, de Santiago Aguilar Morán

Contenido externo patrocinado