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Ecuador se adhirió al documento
En Marruecos se afinarán los detalles del acuerdo
Mandatarios de todo el mundo celebraron el histórico acuerdo adoptado en París para luchar contra el cambio climático, pero recordaron que la parte más dura del trabajo empieza ahora.
Seis años después del fracaso de Copenhague, 195 países lograron ponerse de acuerdo en la conferencia del clima de París (COP21) para detener el alza de la temperatura del planeta “muy por debajo de los 2 °C” y ayudar económicamente a los países más vulnerables al calentamiento global.
El acuerdo de París, que reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto, vincula la suerte de las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero, como Estados Unidos y China, a la de las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la subida del nivel de los océanos.
El grupo de pequeños Estados insulares (Aosis) fue un actor principal de las negociaciones y logró que el documento final instara a los países a “seguir esforzándose” hasta conseguir frenar el calentamiento global a 1,5 °C.
En virtud del nuevo acuerdo, los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo y los emergentes podrán participar también de forma voluntaria.
Los países en desarrollo recibirán un “mínimo” de $ 100.000 millones a partir de 2020, una cifra que sería revisada “a más tardar” en 2025.
Todos los países se comprometen, además, a controlar mutuamente sus planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (INDC), con revisiones quinquenales a partir de 2023, pero deberán esforzarse más si quieren alcanzar el objetivo marcado, ya que las propuestas actuales solo frenarían el calentamiento a 3 °C.
Venezuela, que había comprometido la consignación de su plan al resultado del acuerdo, anunció finalmente que reduciría el 20% de sus emisiones para 2030. Ya solo quedan 7 países por hacerlo, entre ellos Nicaragua y Panamá.
El acuerdo de París representa un éxito para la diplomacia francesa, sobre todo para su canciller, Laurent Fabius, que movilizó todos sus esfuerzos para poner de acuerdo a 195 países de un mundo multipolar en el objetivo de luchar unidos para salvar el planeta.
Las oenegés, por su parte, reconocieron el avance del acuerdo, pero no lo consideraron un éxito rotundo, sobre todo, teniendo en cuenta que su primera revisión obligatoria será en 2025.
Ahora le toca el turno de Marruecos de ser testigo de las negociaciones climáticas, con la conferencia de clima que celebrará en 2016 en Marrakech (COP22) y que deberá empezar a traducirse en actuaciones el primer acuerdo universal contra el cambio climático.
Postura ecuatoriana
El ministro del Ambiente, Daniel Ortega, al cierre de la COP21, aseguró que Ecuador se suma al acuerdo por el cambio climático en el mundo.
Quito desempeñó un papel importante en las negociaciones al ostentar la Presidencia pro tempore de la Celac. Ortega formó parte de un pequeño grupo de ministros facilitadores invitados por la Presidencia francesa para ayudar a forjar un acuerdo.
“De nada sirve este esfuerzo colectivo, sin que sea un acuerdo que comprometa y obligue a todas las partes, incluso aquellas que siendo altamente contaminadas no ratificaron o abandonaron instrumentos previos”, dijo el funcionario.
“Confiamos en que los jóvenes comprendan que la vida no es un negocio y que el valor de la naturaleza es mucho más que un precio”. Pese al apoyo, Ecuador criticó que se haya dejado de lado conceptos como el de justicia climática y responsabilidades comunes pero diferenciadas. (I)
Datos
El efecto invernadero es un fenómeno natural resultante de la absorción y reflexión de una parte de la radiación infrarroja de la Tierra, debido a ciertos gases de la atmós-fera; se retiene, de esa forma, el calor.
Este fenómeno se ve acentuado por la liberación más importante en la atmósfera de gases resultantes de la actividad humana, que provocan un calentamiento acelerado del clima.
El dióxido de carbono (CO₂) es el principal gas de efecto invernadero de origen antrópico (76% de las emisiones). Los otros son: el metano (16%); el protóxido de nitrógeno (6%) y los gases fluorados (2%). Cada gas tiene una capacidad diferente para retener el calor.
Las energías fósiles y la industria representaron 78% de las emisiones entre 1970 y 2010.