Desde la cumbre del cambio climático en Copenhague en 2009 el debate entre las delegaciones se centró en el dinero. Aún luego de que los países más contaminantes reconocieron que debían cortar sus emisiones de CO2 y que era preciso dotar de cooperación tecnológica a las naciones más afectadas por el cambio climático, las diferencias entre los más ricos y los pobres continúan.

En primera instancia la brecha se redujo cuando los más ricos acordaron un fondo verde de $ 100 billones para cristalizar la llamada adaptación al cambio climático en los países pobres, pero este financiamiento aún no se concreta.

En París, cuya última ronda de negociaciones concluye hoy, el dinero y la ayuda económica ha sido uno de los ejes del debate. Otros puntos que se mantienen en suspenso en la COP21 son: el nivel de objetivos del acuerdo, si los compromisos deben ser diferenciados o no y si el límite de la temperatura del planeta debe ser 2 grados centígrados o 1,5 grados.

Ecuador en particular aboga por esta última opción y así lo hizo saber el ministro del Ambiente, Daniel Ortega, al frente de las negociaciones de financiamientos.

Esta última semana de conversaciones arrancó con buenos pronósticos, pues el registro Nature Climate Change informó que las emisiones de CO2, la principal fuente de energías fósiles, se estabilizaron, incluso bajaría el 0,6% en 2015.

El texto final, que se trabajó sobre un documento de 29 páginas (antes tenía 43), será debatido hoy en la plenaria de la COP21 a las 16:00 de París.

¿Cómo se podrán alcanzar los objetivos que se tracen en el acuerdo final? Sobre la reducción de emisiones CO2, el especialista Alan Marcus, consultado por el Foro Económico Mundial, indicó que solo se podrá lograr con tecnología y recursos. “Solo cuando el costo de la energía limpia sea subsidiado y se eliminen las subvenciones a los combustibles fósiles, las naciones cambiarán de mentalidad”.

Mientras que Arnauld Bernaert, jefe de la organización Global Health, dice que una meta que espera ver en el acuerdo es el acceso a agua y aire limpio para las naciones afectadas por el calentamiento global. “Es posible reducir la polución con un cambio de políticas para el transporte, energía y la producción de alimentos”, agrega.

En comparación a la cita de Copenhague en 2009, en París el número de delegados de las empresas y países aumentó el 50%. Esto pone optimistas a expertos, como Marcus y Bernaert. Pocos saben que 3.371 compañías también presentaron sus propuestas de reducción de emisiones y que niños de 196 países enviaron cartas con sus sueños de un mundo sostenible a los líderes mundiales. (I)

Temas aplazados en la cop21

¿Hacia una economía baja en carbono?

En la actualidad el sistema global de energía depende del 85% de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). Menos del 2% de la demanda se satisface de fuentes renovables, como el aire y el sol.

Establecer una economía y un desarrollo bajo en la explotación de carbón ha sido la ambición de los ecologistas y de las propias empresas. Tal ha sido la exigencia que 16 de las principales potencias emisoras de CO2 presentaron sus propuestas para convertirse en economías bajas en carbono en 2050, es decir limitarían la explotación de los recursos fósiles adoptando a su vez energía limpia.

En París, publica el periódico español Diario.es, los negociadores políticos han empujado por un acuerdo que estipula una temperatura del planeta en 1,5 grados centígrados, pero quitando del texto final la referencia de la “descarbonización de la industria”. Esto supone que las potencias abandonan la idea de eliminar la extracción de combustibles fósiles en 2050 y 2100.

Por otra parte, los especialistas esgrimen que la Cumbre de París ha olvidado una de las estrategias posibles para compensar las emisiones de CO2: el carbón cap trade o bonos de carbono.

En la COP21 poco se discutió aquella herramienta que consiste en dar incentivos económicos a empresas o países que regulen sus emisiones; además las compañías que sobrepasen su límite de emisiones pueden comprar en el mercado bonos de carbono. Este sistema es una de las políticas de la Unión Europea para combatir el cambio climático, aunque también tiene sus detractores porque mercantiliza la contaminación. (I)