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¿ASALTO A LAS IDEAS Y A LA REPRESENTATIVIDAD POLÍTICA?

¿ASALTO A LAS IDEAS Y A LA REPRESENTATIVIDAD POLÍTICA?
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24 de agosto de 2020 - 00:24 - Germán Rodas Chaves

En las ferias, los vendedores de bagatelas suelen ofrecer sus mercancías con voz estridente. Si no optaran por tal estrategia, el alboroto generalizado impediría que sus ofertas fuesen examinadas por los clientes que abundan en tales entornos. Algo similar ocurre –desde hace varios lustros- en nuestro medio a propósito de los procesos eleccionarios y debido a las deficientes normas que regulan la campaña electoral y el rol de los partidos políticos.

En efecto, lo que hoy se llama el “código de la democracia” se ha constituido en un instrumento que tan solo judicializa la vida política del país y que reduce la participación electoral a una formalidad. ¿Conocen los ciudadanos a profundidad los planteamientos doctrinarios y filosóficos de las organizaciones electorales? ¿Las fuerzas políticas –particularmente las que han aparecido para los avatares eleccionarios- contribuyen al debate de las ideas? Las respuestas son obvias, en un medio en el cual se ha confundido la democracia con el ocasional sufragio.

Aún más, muchas de las organizaciones políticas –hay algunas excepciones-  se han constituido en vehículos para exhibir a personajes que migran desde el anonimato a la tarima –llaman a eso campaña electoral- y que legitiman las expectativas personales y de grupos específicos cuyo interés concierne con el acceso al poder para su provecho.

Entonces y adicionalmente, en medio de eslóganes -acompasadas con ritmos sugeridos por los vendedores de ilusiones- las confrontaciones electivas se vuelven inciertas, tanto más que nos dejan advertir la fragilidad de las ideas o el asalto que hacen algunos candidatos a las doctrinas para justificar su presencia en las lides eleccionarias, dando paso así a  una variante de la corruptela y fomentando la oferta o demanda –a veces el alquiler- de ciertos partidos políticos, con el único fin de hacer presencia en el tráfago mediático electoral, conforme exige la ley.

Empero, no nos podemos rendir ante el panorama relatado. Debemos desanudar la condición de la democracia representativa atropellada. Los paradigmas deben ser recuperados por las fuerzas políticas que edificaron teoría y praxis política –por ello no debe restringirse la vida de los partidos solo por no recolectar un determinado número de votos- y cuya presencia en el devenir de gran parte del periodo republicano ha sido imprescindible.

Febrero del 2021 no debe ser el objetivo único del despertar político de estos meses. Las responsabilidades son de mayor aliento frente a una crisis estructural que nos agobia, ante la corrupción que hiere la conciencia y a propósito de una realidad social y económica que nos atormenta.

La política nacional debe dotarse de calidad, seriedad y probidad. Las ideas y los partidos no pueden seguir el camino de la inmolación a causa de sus opacidades y como resultado de una ley que no estimula la convergencia de las tendencias políticas o que no corrige los procedimientos que nos pueden conducir a la  parodia electoral. (O)

Escritor e historiador. Coordinador de la Comisión Nacional Anticorrupción*

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